30.6.16

Odiar al oprimido


Amar al opresor está más que difícil en el México contemporáneo. No se le siente al pueblo deseo alguno de desarrollar sentimientos amorosos hacia (digo, son sólo ejemplos) Javier o César Duarte, Roberto Borge, Aurelio Nuño, Graco Ramírez o Enrique Peña Nieto. Ante esa imposibilidad el régimen, sus aparatos de propaganda y sus opinioneros se empeñan cuando menos en hacer realidad la segunda parte de la sentencia de Malcolm X: hay que hacer odioso al oprimido a ojos de la sociedad.

Cualquier oprimido: los integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas, que armaron un follón sólo para preservar sus “privilegios”; los caídos de la guerra de Calderón, delincuentes que “se mataban entre ellos”; los ejecutados de Tlatlaya, Tanhuato y Apatzingán, que se lo merecían por narcos; las víctimas de feminicidio, que se ganaron la muerte a pulso porque eran putas o al menos se vestían como tales. En este mismo tenor el enjambre de calumnistas del régimen lleva muchos meses zumbando con versiones de nexos entre los estudiantes de Ayotzinapa y un cártel regional; uno de esos opinadores llegó al extremo de decir que los padres de los 43 desaparecidos de Iguala eran tan criminales como los que se llevaron a sus hijos porque ponían en duda la historia de la incineración en el basurero de Cocula, urdida por Jesús Murillo Karam y Tomás Zerón de Lucio.

Al magisterio democrático se le ha querido presentar como un hatajo de holgazanes, corruptos, ineptos, vándalos, violentos, buenos para nada más que para crear congestionamientos de tránsito, culpables de la quiebra de miles de negocios, defensores de privilegios y prebendas, sediciosos a sueldo, rapadores de disidentes y, a últimas fechas, operadores con recursos de procedencia ilícita. Qué no se ha dicho al aire en horario triple A, escrito en diarios de circulación nacional y difundido en blogs y tuits comprados al millar sobre los mentores de la CNTE y la Sección 22.

Los asesinatos perpetrados por la Policía Federal en Nochixtlán el domingo 19 de junio mostraron que el peñato ha perdido todos los reflejos, salvo uno: el de fabricar mentiras. Eran tan inverosímiles las que divulgó en un principio que cayó en una carambola de contradicciones (no hubo policías armados, las fotos que lo demuestran son falsas, sí hubo policías armados) y se pasmó. El hecho es que en esa localidad mixteca se repitió lo ocurrido en Iguala casi dos años antes: la policía agredió con armas de fuego y asesinó a civiles desarmados. Pero esta vez hubo pruebas inmediatas e irrebatibles de la participación de elementos federales (policías y gendarmes) en la masacre y eso coloca a Peña y a su gobierno bajo una nueva y gravísima tormenta política.

La manera que el régimen ha elegido esta vez para meter los cadáveres bajo la alfombra es acusar al magisterio oaxaqueño en lucha de matar de hambre a la población de la entidad. La campaña propagandística sobre el “desabasto” es intensa, falsa y hasta obscena, si se considera que para el peñato el hambre de las comunidades de Oaxaca es sólo un instrumento electoral: si no hubiera pobres, a quiénes les comprarían el voto a cambio de despensas. Pero ahora José Antonio Meade desperdicia los recursos de la Secretaría de Desarrollo Social en la producción de un video de acentos heroicos sobre un puente aéreo con aviones militares de transporte para abastecer a las tiendas Diconsa con muchas toneladas de alimentos que no pueden llegar a su destino por carretera debido a los malvados maestros y sus bloqueos.

La idea manifiesta tras el estruendo de calumnias es crear un clima de linchamiento social que haga olvidar la decena de asesinatos perpetrados por el régimen en Nochixtlán y que permita justificar, en nombre del abasto alimentario, nuevas acciones represivas, sin importar cuán violentas sean, cobijadas por el odio anti magisterial que el gobierno quiere inducir en la población. Así, cuando llegue el próximo desalojo violento –ya anunciado por Miguel Ángel Osorio Chong– , la gente, en vez de protestar por la barbarie del régimen, la aplaudirá.

Los maestros democráticos están matando de hambre a los oaxaqueños de la misma manera que los judíos sacrificaban niños cristianos en la Europa medieval, los hugonotes se preparaban para asesinar a medio París, los alpinistas se habían infiltrado en San Miguel Canoa para implantar el comunismo, los bosnios violaban a las mujeres serbias. Así, la siembra de odio de oprimidos contra oprimidos que está llevando a cabo el peñato con tal de no dar marcha atrás en la mal llamada reforma educativa y no quedarle mal a los funcionarios de la OCDE y a las cúpulas empresariales que son, a fin de cuentas, sus verdaderos representados y sus auténticos mandantes.


25.6.16

Preguntas por Nochixtlán


¿Por qué afirmó la Comisión Nacional de Seguridad en su boletín del domingo 19 de junio que los elementos de la Policía Federal enviados a desalojar el bloqueo de Nochixtlán “no se encuentran armados ni portan tolete”?

¿Por qué dijo el gobiero que las fotos y los videos de la acción en la que se puede ver a policías armados y disparando “no correspondían” a ésta? ¿Por qué guardó silencio una vez que las agencias Ap y Xinhua divulgaron los metadatos de las cámaras, que validan que las gráficas fueron tomadas en el lugar y a la hora de los hechos?

¿Por qué, horas más tarde, el comisionado de la Policía Federal, Enrique Francisco Galindo Cevallos, afirmó que los efectivos gubernamentales habían sido víctimas de una “emboscada” con armas de fuego?

¿Cuáles fueron los “grupos radicalizados” que supuestamente atacaron a balazos a las fuerzas del orden?

¿Por qué dijo que los policías federales no portaban armas de fuego y que sí iban armados, en cambio, los miembros de la Gendarmería Nacional supuestamente enviados a algo así como una acción de rescate?

¿Por qué las fotos –que sí son auténticas– muestran tanto a policías federales como a miembros de la Gendarmería (los uniformes son distintos) accionando armas de fuego?

¿Por qué hasta ahora no hay una sola foto en la que aparezcan lugareños o maestros armados con “cuernos de chivo”, como lo sostuvieron las versiones oficiales?

¿Por qué hay videos en los que se muestra a manifestantes tirándose al suelo al escuchar las detonaciones, pero no a policías parapetándose y cubriéndose de fuego enemigo?

¿Por qué aparecen policías descubiertos y platicando, mientras a unos metros de ellos sus pares disparan, parapetados en la vulcanizadora?

¿Qué características tienen los “cohetones de muy alto poder” con los que fueron atacados los policías, según el jefe de la Policía Federal?

¿Por qué a cuatro días de los hechos el gobierno no ha exhibido los helicópteros que supuestamente recibieron disparos de los maestros y pobladores?

¿Por qué no se ha informado de las lesiones “de disparos” que supuestamente sufrieron “varios policías”? ¿Cuántos? ¿De qué gravedad?

¿Por qué insisten las autoridades en afirmar que entre los muertos no hay ni un solo maestro?

¿Por qué irrumpieron los policías en un entierro para llevarse detenidos a 19 participantes y presentarlos como responsables de la “agresión” sufrida por los efectivos oficiales en Nochixtlán? ¿Por qué, si no hubo “detenciones al azar”, como dijo Galindo Cevallos, todos los capturados en esas circunstancias fueron puestos en libertad 48 horas después de las detenciones? ¿Quién las ordenó? ¿Por qué los detenidos fueron transportados como reses muertas en un camión? ¿Cumple esa clase de traslados con los protocolos de trato a los detenidos y con los derechos humanos?

¿Existió algo así como un mando único y un C4 en el operativo de desalojo de la carretera? ¿Cómo actuó? ¿Dónde están los registros de sus comunicaciones?

¿Es cierto que la Federación actuó “a solicitud del gobernador Gabino Cué” para impedir que se siguiera lesionando la industria turística y el presunto desabasto de víveres causado por los bloqueos? ¿Por qué el secretario de Desarrollo Social insistió en ese punto? ¿Por qué el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, desmintió que haya desabasto? ¿Quién miente? ¿Por qué Galindo Cevallos dio como motivo de la acción policial la neccesidad de reabrir el paso a la refinería? Si esa fue una reazón real, ¿por qué la Federación no actuó antes de que el gobernador oaxaqueño pidiera la intervención?

¿Por qué, en todo caso, si esos eran los propósitos del desalojo en Nochixtlán, la Policía Federal avanzó también sobre la ciudad de Oaxaca? ¿Por qué hubo allí también disparos de los efectivos policiales en contra de civiles?

¿Cumplió la incursión policial sus presuntos objetivos o no? ¿Se suprimieron los bloqueos?

¿Quién asesinó al periodista Elidio Ramos Zárate en la capital oaxaqueña? ¿Con qué base los comentaristas adictos al gobierno dan por sentado que los asesinos fueron “la CNTE o sus aliados”?

¿Por qué guardaron silencio durante tantas horas la Procuraduría General de la República, la Secretaría de Gobernación y su Subsecretaría de Derechos Humanos? ¿Qué hizo el secretario de Educacion Pública, Aurelio Nuño, en las 50 horas transcurridas desde que ocurrieron los enfrentamientos en Nochixtlán y otros puntos de Oaxaca hasta que emergió a la luz pública el martes siguiente en una conferencia de prensa? ¿Por qué se le permite tomar distancia de una crisis gestada en buena medida por su pésimo manejo político? ¿Se le deja de lado precisamente por eso? ¿Cómo se relaciona este episodio con el jaloneo pretendidamente sucesorio dentro del régimen?

¿Por qué se dejó todo el manejo de la situación y la información a un jefe policial y no a un mando político? ¿Porque era domingo y día del padre? ¿Dónde estaba el piloto?

¿Tiene la fiscalía de Oaxaca capacidad y voluntad para llevar a cabo un esclarecimiento puntual de los homicidios, las agresiones y los atropellos perpetrados el 19 de junio?
Cómo participará la Comisión Nacional de Seguridad en la investigación de los hechos? ¿Es correcto que la institución involucrada en ellos se investigue a sí misma?

¿Qué dependencia de la PGR colaborará en las pesquisas? ¿Pondrán al frente de ellas a Tomás Zerón de Lucio y a sus peritos que anduvieron manoseando huesos de pollo y adulterando las pruebas en el río San Juan y en el basurero de Cocula? ¿Es la “emboscada” de Galindo Cevallos el equivalente oaxaqueño a la incineración de cuerpos inventada por Jesús Murillo Karam en Guerrero?

¿Está consciente el gobierno de Peña de la sima en que se encuentra en materia de credibilidad, respeto a los derechos humanos y procuración de justicia? ¿Se da cuenta de la nueva “tormenta perfecta” que ya avanza sobre él a raíz de lo sucedido en Nochixtlán? La llamará también “mal humor social”?

¿Tiene el régimen la lucidez necesaria para comprender que el conflicto magisterial se ha convertido ya en un conflicto social de dimensiones mayúsculas? ¿Se da cuenta de cómo el su accionar ha exponenciado el respaldo al magisterio inconforme?

¿Por qué hicieron esto? ¿Por descuido, por descontrol, por programa, por odio?

22.6.16

Nochixtlán: qué necesidad


Sumar una decena de muertos a la barbarie represiva en Atenco, a los feminicidos en el Estado de México, al manejo de la desaparición y muerte de la niña Paulette, a su inocultable gestación como producto de marketing en el útero de Televisa, a los desfiguros y tropiezos declarativos, a la compra masiva de votos en las elecciones de 2012, a los excesos represivos del 1 de diciembre de ese año, a las mentiras desenmascaradas de la propaganda por las reformas privatizadoras, al desastre y el desaseo de la estrategia de seguridad en Michoacán, a Tlatlaya, al desdén frente a los asesinados y desaparecidos en Iguala, a los escándalos de la Casa Blanca, Grupo Higa y OHL, a la derrota en las elecciones del 5 de junio.

A pesar de ese palmarés detestable el régimen ensayó en Nochixtlán una solución al conflicto magisterial que se parece tanto a lo perpetrado el 2 de octubre de 1968 en contra de los manifestantes reunidos en Tlatelolco: descargas de armas de fuego en contra de civiles inermes: una decena de muertos; casi un centenar de heridos.

Pero esta vez la decisión no podía terminar bien para el grupo gobernante porque, a diferencia de hace 50 años, el pacto social está roto por las propias reformas peñistas, la economía no crece al 6 por ciento, las clases medias están inconformes, las viejas “atribuciones metaconstitucionales” de la Presidencia son un remedo corrompido de sí mismas, los altos funcionarios desconocen el país y creen que viven en Holanda, hay organización social y popular independiente, la sociedad se ha zafado como ha podido de la tutela gubernamental y el aparato mediático del régimen no ha perdido su antigua capacidad de distorsión pero sí, en buena medida (gracias a la expansión de las redes sociales), la de ocultación.

En la manera gubernamental de tergiversar los hechos no valdría la pena ni detenerse: recuérdese que la Comisión Nacional de Seguridad emitió a medio día del domingo un boletín en el que negaba el uso de armas de fuego por la Policía Federal, que descalificó como “falsas” las fotos en las que se muestra a los efectivos de esa corporación haciendo uso de ellas, y que después el propio jefe tuvo que reconocer que en la acción participaron policías armados, aunque fuera “casi al final”. Es abrumadora la evidencia –incluidas las armas y el parque– de que en Nochixtlán se envió a los uniformados a disparar contra el pueblo.

El culpable máximo de esa acción ya no es Nuño, ni el comisionado Enrique Galindo Cevallos, y ni siquiera el extraviado Gabino Cué quien, con los cuerpos de los muertos aún tibios, declaraba que la masacre tuvo como propósito “preservar las libertades, el estado de derecho y la integridad física” en Oaxaca. Con su desorbitado afán por restaurar un presidencialismo difunto e irredimible, Enrique Peña Nieto se echó al cuello la soga de las responsabilidades. Su empecinamiento en mantener a sangre y fuego (literalmente) la tal reforma laboral disfrazada de educativa le creó otro conflicto político mayúsculo –uno más– a una presidencia que ya tiene abundancia de manchas y agujeros.

Pero qué necesidad tenía: convertir un problema gremial que habría podido resolverse con un poco de voluntad política en un nuevo agravio a la sociedad con declinaciones inevitables en el terreno de lo penal, porque Nochixtlán huele a crimen de lesa humanidad. “He girado instrucciones” tuiteó el titular del Ejecutivo, al ofrecer que los hechos serían investigados y esclarecidos. El problema con esa expresión es que se ha convertido en sinónimo de no hacer nada (como en Iguala, como con la Casa Blanca, como siempre) y que cualquier promesa que venga antecedida por ella es automáticamente ubicada por la opinión pública en el altero de papel reciclable.

Ojalá que Peña caiga en la cuenta de que la feroz andanada oficial contra los maestros democráticos –que va de la calumnia sistemática en artículos de opinión a ráfagas de rifles de asalto– ha fracasado porque los ha fortalecido y ha convertido a la CNTE y a la Sección 22 en el actor central de la resistencia contra la barbarie neoliberal de las reformas. A los ataúdes de los asesinados en Nochixtlán podría unirse otro: el de la “reforma educativa”. A fin de cuentas, en un acto de magistral ponciopilatismo, Claudio X. González y su membrete Mexicanos primero ya se escabulleron de Nochixtlán. De esa manera el peñato podría empezar a despedirse con un gesto –uno, al menos uno– de honorable rectificación. De otra manera, el fin del régimen bien podría adelantarse al de la actual administración. Y qué necesidad.

16.6.16

Que corazón tan duro,
que mente tan perversa



Esta tarde visité el campamento de la CNTE en la Ciudadela. Platiqué con maestras que llegaron de Chiapas en la madrugada y que, junto con el resto de su contingente, permanecieron virtualmente secuestradas por las policías federal y capitalina durante ocho horas. Sin agua. Sin comida. Sin baños. A esta hora están durmiendo en el suelo, lejos de sus hogares, en casas de campaña precarias, después de viajar un día entero y tras permanecer ilegalmente privadas de su libertad.

Qué corazón tan duro y qué mente tan perversa se necesita para afirmar, desde la comodidad de un despacho ministerial, a bordo de una camioneta blindada o en un restaurante de lujo (todo ello pagado con dinero del pueblo) que esas mujeres, maestras rurales o urbanas, están “defendiendo prebendas y privilegios”. Cuánto cinismo se requiere para que un huésped frecuente de la Casa Blanca de Peña Nieto –un individuo que gana en un mes lo que un maestro en dos años– acuse de corrupto al movimiento magisterial.


Por el Espacio Escultórico


¿Se realizó ya la reunión entre el rector de la UNAM, Enrique Graue, y el comité de expertos sobre el Espacio Escultórico? ¿Sigue pendiente? ¿Se efectuará? ¿Se decidirá la demolición total del Edificio “H” de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, que arruina la funcionalidad de la obra artística? ¿Le rasurarán cuatro pisos, como mínimo? ¿O triunfará la arrogancia institucional y la construcción intrusa se quedará donde está?

El problema causado por la construcción de un adefesio promedio que se entromete en la limpia línea del horizonte que hasta antes podía disfrutarse desde el Espacio Escultórico puede ser considerado por algunos como un berrinche de puristas y de exquisitos en contra de la eficacia burocrática que en pocos meses hizo erigir una construcción sin duda necesaria y sin más pecado que el de ser fea. Puede parecer frívolo el afán de acabar con el mazacote que costó millones de pesos sólo para que los visitantes del Centro Cultural Universitario puedan evitarse la intrusión visual en la rueda dentada de pirámides que rodea un lago de piedra congelada. Se puede argüir que la utilidad del edificio cuestionado, en donde se llevan a cabo tareas docentes y administrativas es mucho mayor y más tangible que la de un monumento cuya visita forma parte del ocio de los paseantes.

Pero tal vez quienes albergan tales ideas puedan y quieran asomarse al asunto desde otra perspectiva y caigan en la cuenta de que la agresión (culposa, no dolosa) contra el Espacio Escultórico y sus visitantes era del todo innecesaria, porque si algo no le falta a la Ciudad Universitaria es territorio para crecer sin destruir ni afectar su propio patrimonio y había –hay– una enormidad de espacio para edificar edificios H, I, J y K y todos los anexos que se desee. “Bueno, habría podido hacerse mejor, pero ya está hecho –replicarán– y en la UNAM las cosas no están como para tirar el dinero”. Sería una buena réplica, sin duda, salvo por el hecho de que si a esas vamos, la totalidad de las tareas culturales que realiza la máxima casa de estudios, e incluso buena parte de sus labores de investigación, pueden verse como un completo dispendio. ¿O acaso no habría sido más barato pintar de cualquier color las cuatro paredes exteriores de la Biblioteca Central que contratar a Juan O’Gorman para que decorara con mosaico los muros del recinto? ¿No estaría mejor emplear en algo mejor los recursos que se destinan al funcionamiento y mantenimiento de la Sala Miguel Covarrubias? Y en el extremo, ¿para qué sostener algo tan inútil como el Instituto de Investigaciones Filológicas, en vez de comprar más computadoras para la Facultad de Ingeniería?

Como puede verse, es riesgoso adentrarse por las lógicas del eficientismo, y más cuando tales lógicas florecen en las oficinas de una institución que, como la UNAM, es vista desde hace décadas por el grupo en el poder como un desperdicio presupuestal y un estorbo para los planes de negocio de empresarios –o sea: gente de veras productiva– que sueñan con expandir su mercado de estudiantes universitarios. “Imagínense lo que una buena inversión podría hacer en lo que es hoy día un refugio de vagos, grillos y mariguanos”. Es cierto que, salvo uno que otro panista, la mayor parte de los políticos del régimen no se atreve a formularlo con esa crudeza, pero tengan por seguro que lo piensan. A fin de cuentas, el último presidente de la república que egresó de la UNAM terminó su periodo hace más de 20 años, así que de las cúpulas oficiales no esperen ni siquiera afecto por el alma mater.

En esta coyuntura tan jodida no parece sensato descuidar ni un segundo la defensa de la gratuidad en todas sus acepciones y expresiones, y el arte es una de las más relevantes. Junto con la solidaridad, es una de las pocas cosas que le quedan al mundo para reponerse de la borrachera de productividad, eficiencia, rentabilidad y calidad en la que anda extraviado. No es sensato, por ello, atentar contra la integridad de las obras de arte. En rigor, a la humanidad no le pasará nada si se sustrae una piedra más a la pirámide de Chichén (le han sustraído tantas), si se suprime media página de una partitura sinfónica o si se destruye medio metro cuadrado de la Capilla Sixtina. Se habrá perdido o afectado, en todo caso, una comunión social que estableció, quién sabe por qué y para qué, proteger, preservar e investir de sacralidad social a ciertos objetos, ciertas composiciones, ciertos textos. Pero sumen muchas acciones vandálicas de esas y ya estaremos otra vez instalados de lleno en la condición de micos arbóreos, de la que ni hemos salido del todo.

Tal vez nos encontremos ante la necesidad de un punto de inflexión. El país y el mundo se precipitan en el abismo de la construcción desorbitada, el rendimiento máximo, el uso a rajatabla de todo lo que existe y que es, por esa sola razón, susceptible de aprovechamiento. El pragmatismo extremo se instala en cualquier sitio y construye soluciones racionales y proyecciones a futuro sin informarse previamente de lo que hubo allí ni de los ordenamientos sutiles e invisibles que regulaban el lugar –recinto, barrio, pueblo, entorno ecológico, continente– hasta antes de su llegada. En la visión dominante lo rentable es necesario y lo incosteable, contingente. Para esa mentalidad dar alimento al espíritu, cuando ello no se traduce en alguna clase de transacción comercial, es un delito de lesas finanzas tan imperdonable como regalar comida al prójimo.

Y el Espacio Escultórico está allí, en una Ciudad Universitaria enclavada a su vez en una urbe sometida, por lo pronto, a la dictadura de la utilidad y el rendimiento (en su interpretación manceriana, la Ley de Murphy dice que todo lo que pueda generar dividendos los generará). En estricto sentido, ese extraño templo sin dioses no sirve para maldita la cosa; es un desperdicio de concreto y de espacio que hasta ahora nadie se ha atrevido a concesionar a una cadena de restaurantes de comida rápida. ¿Qué caso tiene pelear por la limpieza de su línea visual? ¿Cómo pueden pedir que en aras de ese capricho abstracto se derribe un edificio repleto de aulas, cubículos y oficinas?

Puede ser que la muesca en el tiempo realizada en 1979 apenas empiece a adquirir su plena significación en 2016 y que su utilidad real, insospechada por sus creadores hace 37 años, sea la de ofrecer un punto de inflexión para detener la cabalgata avasalladora del utilitarismo, la rentabilidad y la monetarización de todo lo que existe, y empezar a desandar ese camino peligroso que desembocará, tarde o temprano, en el uso de las pirámides de Teotihuacán como basamento para antenas de telefonía celular o en su concesión a una empresa de entretenimiento. Tal vez ese ojo que mira al cielo con su pupila de lava haga reflexionar a las autoridades universitarias sobre el supremo compromiso de la máxima casa de estudios con el espíritu y consiga preservarse a sí mismo inspirando un acto explícito de contrición (en su sentido laico) que se traduzca en la eliminación de la mole intrusa. Y en el sitio que ésta ocupa actualmente bien podría levantarse un pequeño monumento que diga: “aquí triunfó el arte sobre la insensibilidad, la gratuidad sobre la paga, lo entrañable sobre lo contable, la civilización sobre la barbarie”.


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Posdata.- La doctora Mireya Imaz Gispert, coordinadora del Programa Universitario de Estrategias de Sustentabilidad, expuso recientemente atendibles argumentos en contra de la demolición del edificio “H” de la FCPyS. Y como todo debe ser visto desde distintos ángulos, es de justicia leer la entrevista que le hizo Proceso.

14.6.16

Presume Nuño


Así es él: ante un auditorio de niños de Primaria obligados a servir de telón de fondo de sus declaraciones semanales, Aurelio Nuño se preguntaba ayer por qué Morena y su dirigencia “quieren defender a un presunto delincuente que ha robado, presuntamente, más de ciento treinta millones de pesos”. El secretario de Educación Pública se refería a Rubén Núñez Ginés, líder de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, capturado un día antes con modales de dictadura y enviado a un reclusorio a miles de kilómetros de distancia de su lugar de residencia, y al anuncio de Andrés Manuel López Obrador de que Morena se movilizará en defensa de ese y otros dirigentes magisteriales encarcelados por defender sus conquistas laborales y el derecho a la educación pública y gratuita para los niños de México.

La presunción oficial externada por Nuño y por el subprocurador Gilberto Higuera es ajena a la lógica. Si Núñez Ginés, Francisco Manuel Villalobos Ricárdez y otros líderes del magisterio democrático hubieran querido desviar recursos no habrían tenido que encabezar movilizaciones, fatigar calles y carreteras ni exponerse a la brutalidad policial y al linchamiento de la mayoría de los medios; les habría resultado infinitamente más fácil enriquecerse desde la comodidad de la burocracia sindical que encabeza Juan Díaz de la Torre, sustituto y esquirol de Elba Esther Gordillo e incondicional del propio Nuño.

Significativamente, y desde que se consumó el ajuste de cuentas de Peña Nieto en contra de Gordillo Morales, la cúpula charra del SNTE, esa que inclina la cerviz ante los dictados privatizadores y antilaborales de la reforma educativa peñista, no ha sido vuelta a tocar ni con el pétalo de una averiguación previa, como no lo han sido tampoco los caciques del sindicato petrolero, quienes aprobaron sin chistar el desmantelamiento de la industria energética nacional.

Si el celo justiciero de Nuño fuera auténtico y realmente quisiera identificar a presuntos ladrones tendría que olvidarse de los movimientos sociales y voltear la mirada al entorno presidencial: allí se encontraría mansiones que valen, esas sí, ciento treinta millones de pesos; adjudicaciones, concesiones y contratos como los otorgados a Grupo Higa y OHL o negocios de ganancias astronómicas y utilidad social nula, como el Nuevo Aeropuerto; hallaría Ferraris auténticos y no Lamborghinis inventados; descubriría colecciones de arte multimillonarias en residencias de burros que no tienen la menor cultura artística pero sí muchos vínculos con el poder; se enteraría de nombres y apellidos de protagonistas de trasiegos financieros listados en los papeles de Panamá y sabría de una montaña de operaciones con recursos de procedencia ilícita que le cuesta al país más de medio billón de pesos al año. El secretario de Educación Pública tendría que fijarse, en suma, en su jefe, sus compañeros de gabinete, los socios externos y los peces gordos del servilismo corporativo.

Nuño presume al revés que la sociedad, pues ésta, cuando se trata de ubicar a los posibles rateros, dirige la mirada a las cúpulas del poder público. Pero así como las presunciones de la opinión pública nacional e internacional no pueden cobrar certeza jurídica porque la institucionalidad se juzga y se absuelve a sí misma por medio de funcionarios como Virgilio Andrade y Arely Gómez, las presunciones del poder, en cambio, pueden ser convertidas en órdenes de aprehensión porque cuando se tiene el control de la Policía, de la Procuraduría o de la Secretaría de Hacienda resulta muy fácil inventar pruebas, fabricar culpables y transmutar disidentes, luchadores sociales y opositores en delincuentes comunes.

Tras la masacre de Tlatelolco decenas de estudiantes, profesores e intelectuales fueron condenados entre otros delitos, por “robo”. Seguramente el secretario Nuño no ha leído los expendientes respectivos y no sabe, en consecuencia, cuan grotescamente parecidas resultan las imputaciones que fabrica el peñato a las que inventaba el régimen diazordacista.

¿Que por qué se moviliza Morena en defensa de los presos políticos magisteriales, secretario Nuño? Pues por decencia.

10.6.16

Margarita Zavala de Calderón


Ahora le molesta que se refieran a ella con su apellido de casada. Pero entre 2006 y 2012 así la llamaban los boletines oficiales de la Presidencia, su amiga Elba Esther Gordillo, las revistas de sociales y toda una caterva de aduladores, y a lo largo de esos seis años mantuvo su dignidad de género guardada en el refrigerador.

No, señora, no se confunda: no es misoginia sino recordatorio de una que como primera dama y al amparo de su poder de consorte propició negocios para los hermanos, encubrió al marido genocida y protegió a la prima quemaniños.

7.6.16

El PPM y el 5 de junio


El PRI es más que sus siglas y que su logotipo: es una forma perversa de ejercicio del poder para el saqueo del erario, la imposición de intereses corporativos, el uso patrimonialista de los recursos gubernamentales para la perpetuación del control de las instituciones (incluidas las electorales) por un grupo de operadores enriquecidos y la preservación de una red de impunidad que recorre los sexenios. Esa identidad es plenamente compartida por Acción Nacional, el Partido de la Revolución Democrática, Nueva Alianza, Verde y demás franquicias electorales, lo que ha sido llamado PRIANRD o Partido del Pacto por México (PPM). Desde esa perspectiva el priísmo no perdió nada en las elecciones del pasado domingo 5 de junio.

A estas alturas hay tanto en juego en las pugnas electorales entre priístas, panistas y perredistas como en un partido de futbol: los equipos luchan por imponer sus colores propios sobre los contrarios y por hacerse de los beneficios económicos del campeonato pero jamás para cambiar las reglas técnicas, mediáticas y monetarias del juego. No es posible encontrar una diferencia sustancial, por ejemplo, entre el Rafael Moreno Valle priísta y el Rafael Moreno Valle panista o entre el Miguel Ángel Yunes priísta y el Miguel Ángel Yunes panista; independientemente de su filiación partidista coyuntural, se trata de individuos corruptos, represores, inescrupulosos y sin otro propósito de gobierno que el del beneficio para sí mismos y sus respectivos grupos.

Ya sea con su escudo principal o mimetizado en los del PAN, el PRD, Nueva Alianza, Verde y demás, el PPM ha procurado reducir los comicios a una rebatinga familiar por el reparto de cargos. Lo ha conseguido, en alguna medida, pero a un precio muy alto: la creciente erosión de su fracción principal –la priísta, gran perdedora en las elecciones del domingo–, y la pérdida de identidad de otras dos, la panista y la perredista, las cuales marchan hacia un proceso de virtual fusión. Las numerosas alianzas panredistas ponen en evidencia que en las organizaciones que las conforman no queda ya gran cosa de ideología, principios ni programa y que la motivación de ambas es, simplemente, preservar y ampliar cuotas de poder y acceder al control de filones del presupuesto. En general, el baile de alianzas en el territorio nacional –Nueva Alianza puede ir coaligada al PRI en Veracruz y al PAN en la vecina Puebla, en tanto que el PT va con el verde y el PRI en Chihuahua pero camina con el PAN y Nueva Alianza en Puebla, por ejemplo– muestra la obscena carencia de diferencias reales entre los partidos políticos, su falta de memoria y escrúpulos y la conversión de los procesos electorales en meras oportunidades de negocio.

Ante ese panorama el Movimiento Regeneración Nacional ha ido a las urnas en solitario con respecto al resto de los partidos pero en acuerdo con movimientos sociales como el de los maestros, grupos ambientalistas, y organizaciones populares de diversa índole y se ha consolidando, en apenas un año –del 7 de junio de 2015 al 5 de junio de este año– como la única fuerza electoral dispuesta a jugar para cambiar las reglas del juego. Incluso con el catálogo de suciedades desplegado por el PRD en el Distrito Federal, Morena consiguió ratificarse como la primera fuerza política capitalina. Otro tanto ocurriría en Veracruz si se descontara el ostentoso fraude operado en Veracruz por el PRIANRD para cerrarle el paso a ese partido emergente. El Prep del Ople veracruzano se parece tanto al inverosímil recuento que exhibió el Ife de Luis Carlos Ugalde en 2006 para meterle a la candidatura panista más votos de los que obtuvo en las urnas e incrustar a Felipe Calderón en la Presidencia. Ese mecanismo de fraude cibernético, combinado con la compra masiva de votos por los primos Yunes, pretende desplazar al tercer sitio al candidato de Morena, Cuitláhuac García.

Pero incluso en las cifras increíbles del Ople de Veracruz, Morena es el partido más votado en la entidad, otro tanto ocurre –a pesar de la montaña de mapacheos– en Oaxaca, y en otras entidades la organización que encabeza López Obrador está en segundo o en tercer sitio, lo que habla de un avance formidable no sólo de su votación, sino en la recuperación de los procesos políticos nacionales secuestrados y desvirtuados por el PPM. Muy a su pesar los comicios tienen, pues, mucho más contenido político, social y económico que un partido de futbol.