29.3.12

De nueve sílabas


Nueve son los Señores del Tiempo; nueve, los Infiernos bajo la Tierra, los Bolontikú, y nueve es el número irreductible en el fondo del Kin, del Batún, del Katún y del Uinal, dirían los viejos sacerdotes mayas, que están de moda. Nueve dedos posee el Mono de Nazca. Nueve es el temple del arcano con el signo de Virgo. Nueve es el sitial del extranjero y la puerta de la evasión, aunque el año nono cierra y termina ciclos. Nueve es el cuerpo sutil que tiene la cualidad de la calma, y es llamado “el perfecto” porque nunca se destruye. Se le considera, además, el número de las esferas. En el Tarot está asociado al ermitaño que busca el conocimiento pero es también el IX de Espadas, carta oscura y angustiosa que sugiere el dolor tangencial: en ella las armas son el fondo de una mujer sentada en el lecho y con la cara entre las manos tras despertar de una pesadilla. Si bien el nueve no es primo, los matemáticos lo consideran un número defectivo o deficiente, porque es mayor que la suma de sus divisores propios:
1 +3 = 4 y 4 < 9

Cuando se traslada al ámbito de la métrica, y se trabaja con esta medida para crear conjuntos silábicos, tenemos al eneasílabo, el metro más sombrío del español, y uno de los más endiablados. Lo cultivaron Espronceda, Darío y, en tiempos menos antediluvianos, Neruda, en Estravagario y recopilaciones posteriores.


Marcelino Menéndez y Pelayo consideraba que es un verso “duro, ingrato, desapacible al oído y, por lo mismo, muy poco usado” y lo clasificaba en tres cajones de su propia invención: iriartinos, por los que compuso el fabulista de nombre Tomás, esproncedaicos, por los de José de Espronceda, y laverdaicos, en honor a un tal Gumersindo Laverde, poeta, ensayista y burócrata, y cuatísimo de don Marcelino. Una de las fábulas de Iriarte, “El manguito, el abanico y el quitasol”, dice:
Sobre una mesa cierto día
dando estaba conversación
a un Abanico y a un Manguito
un Paraguas o Quitasol;
y en la lengua que en otro tiempo
con la Olla el Caldero habló,
a sus dos compañeros dijo:
“¡Oh, qué buenas alhajas sois!”
El santanderino consideró que “estos versos, sin otro acento que el de la octava, son durísimos, poco o nada cadenciosos, y no resisten la prueba de la lectura. Por eso han sido justamente abandonados en toda composición escrita para ser leída. Pero ayudados de la música llegan a ser tolerables, y por tal razón, es frecuente su uso en los cantables de las zarzuelas”.

Antonio Alatorre, en uno de sus ensayos sobre arte poética, hurgó en los orígenes de este metro en nuestro idioma y lo halló, incrustado entre versos de otras medidas, a partir del siglo XV. Alatorre no halló más que “un ‘cantar’ incrustado en una ‘canción’”, en Don Gil de las calzas verdes de Tirso de Molina:
Borbollicos hacen las aguas
cuando ven a mi bien pasar;
cantan, brincan, bullen y corren
entre conchas de coral;
y los pájaros dejan sus nidos,
y en las ramas del arrayán
vuelan, cruzan, saltan y pican
toronjil, muerta y azahar.
Concluyó el estudioso que el metro de nueve, como ocurre con el de cinco, “nunca se halla en la poesía castellana antigua con el carácter de verso autónomo que tuvo en la provenzal y en la catalana”. Tendré que ver qué dice Pedro Henríquez Ureña en su artículo "La versificación irregular en la poesía castellana", en donde el sabio dominicano aportó “abundantes datos sobre la historia del eneasílabo y sobre su uso por los poetas cultos”. La cita es de Francisco Márquez Villanueva. Hasta ahora no he conseguido el texto original.

Gabriel Zaíd apuntó que el eneasílabo “no parece natural en español” y que hasta la “Canción de otoño en primavera” de Darío “tiene música arisca”. Juzguen:
Juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer.
Según Zaíd, este metro “es uno de los más antiguos en español”, y para probar su dicho nos remite a la jarcha 9 de Yehuda Halevi (siglo XI)
Vaise meu corazón de mib.
Ya Rabb, ¿si se me tornarad?
Tan mal meu doler li-l-habib.
Enfermo yed, ¿cuánd sanarad?
y a la cantiga atribuida a Alfonso X, El Sabio (aunque otros autores la tienen por espuria y posterior), que menciona el imprescindible Tomás Navarro en su Métrica española:
Senhora, por amor [de] Dios
aued alguno duelo de my,
que los mios ojos, como rrios
corren, del dia que uos uy;
Ermanos e primos e tyos,
todo-los yo por uos perdy.
Se uos non penssades de my.
Fy.
Parece un tanto abusivo poner los dos ejemplos anteriores como prueba de Carbono 14 del eneasílabo en la lengua española, habida cuenta que la jarcha no fue escrita en ese idioma sino en árabe andalusí o mozárabe y que la cantiga, como anota el propio Navarro Tomás, y como es el caso en todas las escritas o recopiladas por Alfonso, “es de corte gallego”.

Ultimadamente, la fecha de su aparición es lo de menos. Lo de más es que, así le falte cadencia, parezca más prosa que verso y sea de música arisca, el eneasílabo tiene lo suyo. Veamos a Neruda:
En un principio me hice humo
para que la cenicienta
pasara sin reconocerme.
Me hice el tonto, me hice el delgado,
me hice el sencillo, el transparente:
sólo quería ser ciclista
y correr donde no estuviera.


Luego la ira me invadió
y dije, Muerte, hija de puta,
hasta cuándo nos interrumpes?
No te basta con tantos huesos?
Voy a decirte lo que pienso:
no discriminas, eres sorda
e inaceptablemente estúpida.

(“Laringe”, en Estravagario)

Pobrecito el eneasílabo, tan denostado y tan deforme como una araña con una pata de más, como unas manos con un dedo de menos, y tan huérfano de referentes celestiales desde que los astrónomos degradaron a Plutón y redujeron el número de planetas a ocho. Vayan estas estrofas en su desagravio:
Nueve infiernos bajo la tierra
y señores del tiempo, nueve;
nueve dedos posee el mono
que desde el Cielo habrá de verse;
nueve, sitial del extranjero,
dolor lejano en la tangente.

Pálido metro que recita
sus tres por tres que no se acaba,
crisol de tiempos y de blancos
donde se incrustan las palabras,
faro de tiempos y de voces,
las nueve piernas de la nada.

27.3.12

La fe está cansada


Al referirse a los problemas de México, en su homilía multitudinaria del domingo, Benedicto XVI hizo referencia a un “cansancio de la fe”. Está en lo cierto, sin duda, y los números lo prueban: según los datos que arrojan los censos del INEGI, la iglesia que él preside ha perdido al 10 por ciento de sus fieles en treinta años, y poco más de la mitad de esa pérdida ocurrió en la década 2000-2010, lo que indica que las defecciones tienden a acelerarse. Tal vez por ello la presencia del Pontífice en Guanajuato –el principal bastión de la fe católica en el país, se supone– no logró congregar ni a la mitad de las personas originalmente previstas: se esperaba un millón y medio de almas, pero a la postre sólo 600 mil asistieron a la cita papal.

Roma pasó de tener 92 por ciento a 82 por ciento de seguidores mexicanos entre 1980 y 2010 y su tajada en el mercado espiritual sigue teniendo características de monopolio, pero se trata de un monopolio minado por el descrédito y la insubordinación silenciosa: no todos los que responden “católica” cuando se les pregunta su filiación religiosa son practicantes, y es razonable pensar que sólo una pequeña minoría acata las directrices vaticanas.

Los casos más extremos son los de quienes roban, matan o mienten antes y después de comulgar, seguidos por los que aman al dinero por sobre todas las cosas y codician los bienes ajenos. Todos ellos colisionan tanto con los preceptos de la Iglesia como con el civismo republicano e incluso con la ley.

Pero hay también un gran sector de la población que transgrede la estrecha moral católica sin hacerle daño a nadie, como aquellos que no santifican las fiestas, hablan de Dios como una creación humana e incurren en toda suerte de actos, pensamientos y deseos que para el Catecismo son “impuros”.

Algo más: un porcentaje creciente de la población procura vivir de acuerdo con la moral cristiana sin requerir para ello la intermediación del Papa, del arzobispo o del cura local. Para ese sector, sin embargo, los exhortos de Ratzinger a la “libertad religiosa” se traducen en linchamientos, expulsiones y marginación, circunstancias casi siempre instigadas por el sacerdote católico más cercano. En Roma las cruzadas siguen de moda, aunque ahora ya no se envíe a combatir a Tierra Santa a niños inermes ni a matones con armadura. En 2000 la oficina de Ratzinger publicó la declaración Dominus Iesus, “Sobre el carácter único y la universalidad de Jesucristo y de la Iglesia para la salvación”, un monumento de intolerancia que descalificaba a toda práctica religiosa no católica como vía de salvación.

El referido no es el único documento agotador para la (buena) fe: un año más tarde, el actual Papa fue coautor –junto con Tarcisio Bertone– de la encíclica secreta De delictis gravioribus, que desalentaba la denuncia ante autoridades seculares de delitos sexuales cometidos por integrantes del clero. Pero la archiconocida tolerancia de Benedicto XVI para con los violadores que pululan en su institución es proporcional a la fobia que le causan las mujeres que deciden sobre sus cuerpos, las personas que asumen sus preferencias sexuales y afectivas a contracorriente de los prejuicios, las agresiones de la sociedad y las autoritarias conmiseraciones del Vaticano.

Con esos antecedentes, no hay fe que resista ese llamado de Ratzinger –pronunciado en el país de Marcial Maciel– a “proteger a los niños”.

En efecto, la fe de millones de mexicanos está cansada, o algo más: agotada, aniquilada, extinguida. Pero no necesariamente se trata de la fe en Dios, la Virgen y los santos. Es de Benedicto XVI, de sus cardenales y de sus arzobispos de quienes está hasta la madre.


26.3.12

Encuentro bajo las suásticas

Haya sido por descuido de las formas o por lo contrario, Felipe Calderón escogió, para su encuentro con Joseph Ratzinger, un recinto adornado con suásticas. Lo hizo notar con anticipación Arturo Cano en su nota publicada el viernes 23 de marzo en La Jornada: “Tras su audiencia con el presidente Felipe Calderón, Benedicto XVI saldrá al balcón para saludar a los reunidos en la Plaza de la Paz –mil 500 niños, entre ellos–, y su poderosa cabeza será coronada por una cenefa de flores y suásticas.”




El reportero citó al historiador José Luis Lara Valdés, presidente del Colegio de Historiadores de Guanajuato, quien dijo: No entiendo para qué exponen al Papa; mi única hipótesis es que son totalmente incultos, porque seguro no lo hicieron por inteligentes”. Pero el monstruoso detalle fue también ignorado por El Vaticano, que no es inculto y que tiene dos mil años de experiencia en el manejo de los símbolos.

Una versión dice que, en los años cincuenta del siglo pasado, la casona colonial fue remodelada por un arquitecto de origen alemán. Lara Valdés no está de acuerdo y sostiene que la cenefa de suásticas es original de la construcción, que data de fines del XVIII, cuando a nadie se le pasaba por la cabeza que fueran a ocurrir cosas tan nefastas –aunque sí: hay niveles– como Hitler, Ratzinger o Calderón. Otro mal dato es que el propietario original, el tal Diego Rul –el título nobiliario fue resultado de una transacción monetaria– estuvo entre los mandos realistas que combatieron a Morelos en el despiadado sitio de Cuautla.

El problema es que Benedicto XVI es o fue nazi –a mi modo de ver, conserva muchos rasgos ideológicos de ese horrendo pasado, como la fe totalitaria, el afán por controlar a las personas y la beligerante aversión a pensamientos distintos al suyo– y que Calderón, sin serlo, ha sido representado más de una vez con una suástica en el brazo por su autoritarismo manifiesto, su desprecio hacia la vida humana, su intolerancia y su desbocado amor a los instrumentos militares de destrucción y muerte. Con esos antecedentes, el descuido ha sido una mención de la soga en casa del ahorcado y cae, inevitablemente, bajo la sombra de la sospecha, en tanto que la sombra de la suástica se extiende sobre Calderón y su invitado.




25.3.12

Que viva Pancho Membrillo




Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa delante,
doscientos para atrás.

Casacas y sotanas
dominan dondequiera,
los sabios de montera
felices nos harán.
¡Zuz, ziz, zaz!
¡Viva la Libertad!
¿Quieres Inquisición?
¡Ja-ja-ja-ja-já!
Vendrá Pancho Membrillo*
y los azotará.

Maldita federata
que oprobios nos recuerda,
hoy los pueblos en cuerda
se miran desfilar.
¿A dónde vais, arrieros?
Dejad esos costales:
Aquí hay cien oficiales
que habéis de transportar.

Cangrejos, al combate...

Orden, ¡gobierno fuerte!
y en holgorio el jesuita,
y el guardia de garita,
y el fuero militar.
Heróicos vencedores
de juegos y portales,
ya aplacan nuestros males
la espada y el cirial.

Cangrejos, al combate...

En ocio el artesano
se oculta por la leva,
ya ni al mercado lleva
el indio su huacal.
Horrible el contrabando
cual plaga lo denuncio,
pero entre tanto el Nuncio
repite sin cesar:

Cangrejos, al combate...



Letra: Guillermo Prieto
Voces: Amparo Ochoa, Mario Ardila, Arturo Alegro, Mili Bermejo, Ricardo Pérez Montfort.

__________
Pancho Membrillo es un chinaco ficticio que era el “coco” contra los franceses durante la Intevencion. Representa la capacidad de respuesta de los mexicanos ante la adversidad, el nacionalismo y la defensa por la autodeterminacion. A traves de Pancho Membrillo los mexicanos hacen mofa del General Saligny, se manifiestan en contra de los imperios y de la Inquisición.

22.3.12

El indeseable



A menos que sean nuestros parientes próximos o que sean depositarias de una simpatía exultante, uno experimenta cercanía o aversión hacia las personas en función de lo que representan, y ese es el caso de los dirigentes y las celebridades. Joseph Ratzinger es el líder máximo de la Iglesia Católica. Ese liderazgo lo hace ser, además, jefe de un Estado que por sí mismo sería tan insignificante como Mónaco, de no ser porque en El Vaticano hay grandes obras de arte y en Montecarlo no hay más que ostentación, sets cinematográficos y mafia. El catolicismo es lo que es, con sus miles de millones de fieles, sus dos milenios de grandezas y de miserias, sus enormes virtudes y sus pavorosos crímenes, y no viene al caso en este texto.

Por lo que hace a la trayectoria del alemán como ser humano, inquisidor y pontífice, que es el tema, el balance resulta desolador, tanto desde la perspectiva de quienes forman parte de la grey católica como de los que pertenecen a otras expresiones religiosas, de quienes no practican ninguna y de los que llanamente no creen en Dios ni en dioses.

En el contexto del mundo moderno el actual pontífice podrá ostentar el título formal de vicario de Cristo, pero por sus obras y por sus acciones representa una mezcla de absolutismo, misoginia, homofobia, intolerancia, discriminación, racismo, eurocentrismo, superstición, autoritarismo, así como encubrimiento de actos de pederastia, lavado de dinero y otros delitos graves.

El primer dato relevante de su biografía es que fue reclutado por las Juventudes Hitlerianas (Hitler Jugend) y que se desempeñó en el servicio de trabajo público del III Reich ( ReichsArbeitsDienst) y, en las postrimerías de la II Guerra Mundial, fue asignado a una batería antiaérea de la Wehrmacht. O sea que, de joven, Benedicto XVI se paseaba con su uniforme nazi mientras se paseaba con un uniforme de las juventudes hitlerianas mientras Auschwitz, Dachau, Treblinka y otros mataderos funcionaban a toda su capacidad en la tarea de destruir judíos, gitanos, eslavos, homosexuales, socialistas, comunistas, demócratas antifascistas y discapacitados, entre otros grupos de la población europea. “Me forzaron”, dijo años más tarde, en tiempos en que el gobierno de George W. Bush encarcelaba a decenas de muchachos por negarse a ser ejecutores de la carnicería que Washington perpetró en Irak.

No todos los jóvenes en edad de servicio militar tienen la entereza para rechazar el reclutamiento y afrontar las consecuencias y parte del drama de Alemania y Austria en la segunda mitad del siglo XX es que una buena parte de su población había participado, de buen grado o no, en el delirio nacional socialista. Kur Waldheim, por ejemplo, llegó a secretario general de la ONU y después se hizo presidente de Austria sin ofrecer una disculpa por su pasado. Otros, de mayor integridad moral, como Günter Grass, terminaron por confesar su vinculación con los nazis y pidieron perdón. Hasta ahora, Ratzinger no lo ha hecho. En uno de los actos más cínicos con los que uno pueda toparse, el actual Papa ha dicho que no comprende “el silencio de Dios” ante la carnicería realizada por el III Reich. Los actos divinos son, por definición, inescrutables, pero los humanos, no, y lo que no se entiende es el silencio de Ratzinger ante su propio pasado.

Es sabido que, dos décadas después de terminada la conflagración, y ya convertido en religioso y en funcionario clerical, el ahora pontífice coqueteó con los vientos de cambio y renovación que soplaron en el Concilio Vaticano II, pero durante el papado de Paulo VI se distanció de esas posiciones y posteriormente fue nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sucesora del Santo Oficio. Desde ese cargo, Ratzinger emprendió la persecución implacable de los teólogos de la liberación que pretendían sensibilizar a la Iglesia ante la desesperada situación de poblaciones hambreadas, oprimidas y humilladas, particularmente en países de América Latina. Hans Küng, Leonardo Boff, Eugen Drewermann, Edward Schillebeeckx, Pedro Casaldáliga, Gustavo Gutiérrez y Juan José Tamayo-Acosta son sólo los más conocidos de entre los cerca de 140 sancionados.

Por añadidura, Ratzinger imprimió al conjunto de la institucionalidad católica su espíritu sectario y absolutista. En 2000, por ejemplo, su oficina publicó la declaración Dominus Iesus, “Sobre el carácter único y la universalidad de Jesucristo y de la Iglesia para la salvación”, monumento de intolerancia que descalificaba a toda práctica religiosa no católica como vía de salvación, lo que generó una oleada de indignación.

En forma paralela, desde la oficina de Ratzinger se formulaban los sustentos discursivos de la intolerancia doctrinal característica del pontificado de Karol Wojtyla en asuntos de género, derechos reproductivos y minorías sexuales, y se gestionana el encubrimiento vaticano de un cúmulo de agresiones sexuales perpetradas por hombres de la Iglesia en los dos lados del Atlántico. En 1998 el Papa actual recibió en propia mano, por ejemplo, el informe elaborado por Maria O'Donohue y Maura McDonald sobre agresiones sexuales cometidas por curas, obispos y arzobispos contra centenares de monjas en 23 países, y cerró la boca. Tres años más tarde él y Tarcisio Bertone redactaron la encíclica secreta De delictis gravioribus, que desalentaba la denuncia ante autoridades seculares de delitos sexuales cometidos por integrantes del clero.

A pesar de los alegatos vaticanos en el sentido de que tales delitos son excepcionales, estudios como los realizados por Félix López (Universidad de Salamanca), Philip Kenkins y Richard Sipe indican que el número de agresores sexuales –de mujeres y de menores de ambos sexos– en las filas del clero católico oscila entre 12 mil y 60 mil. El primero de esos autores concluyó que más del 8 por ciento de los delitos sexuales cometidos contra menores en España corrió a cargo de sacerdotes católicos. Sipe, por su parte, estimó que el 6 por ciento de los curas estadunidenses han mantenido algún tipo de contacto sexual con menores. Es decir, las tendencias pedófilas en las filas del clero constituyen un fenómeno delictivo que no puede reducirse a casos aislados. Pero Ratzinger, en su papel de inquisidor, hizo cuanto pudo para ocultar el problema o, cuando menos, para minimizarlo.

No es suficiente el espacio para detallar los empeños del actual pontífice para impedir que las mujeres ejerzan su derecho a la plena igualdad con los hombres, para mantener a las expresiones de la diversidad sexual en el cajón medieval de “enfermedades” o para impedir que los individuos ejerzan sobre sus cuerpos la soberanía que les otorgan los marcos legales contemporáneos. Ya habrá tiempo para hablar de la obsesión de Ratzinger por someter a las instituciones políticas laicas al imperio de los dictados religiosos –un punto en el que se parece tanto a los fundamentalistas islámicos– y para hacer un recuento de sus agravios a los judíos, a los musulmanes y a los pueblos indios de América. En lo inmediato, el que escribe considera que lo arriba expuesto es razón suficiente para considerar a Joseph Ratzinger una persona indeseable que no debería ser bienvenida en este país.

Postura personal


21.3.12

Josefinario


Dios mío, hazme viuda por favor / El desafío de ser tú misma”
La dictadura chilena dejó grandes lecciones y la historia se está encargando de dar a cada quien su tributo y su responsabilidad. Hay otras dictaduras que son más peligrosas porque operan bajo una piel de cordero.”
El precio del kilo de tortilla lo debemos tener en cerca de diez pesos; el boleto de metro debe estar como en cinco pesos; el kilo de frijol, como 25, 30 pesos; el kilo de arroz, entre 20 y 30”. (Todas las respuestas, equivocadas).
“Definimos nuestro proceso de construcción de Propuesta como un proceso participativo y ciudadano sustentado en una metodología de proceso de Diseño Dialógico Estructurado; es decir, como un proceso en el cual, el diseño de la visión de país y de las líneas estratégicas de política pública y programas son el resultado de un diálogo sistematizado entre ciudadanos, expertos, representantes de los sectores, académicos, representantes de la sociedad civil organizada, funcionarios públicos y políticos, en cada uno de los ejes temáticos definidos en la Propuesta”. (Leído en josefina.mx el 6 de febrero de 2012).
Como nadie es perfecto, estudié en la Ibero”.
La UNAM fue convirtiéndose en un monstruo”.

20.3.12

“Que no me maten...”



Hace no mucho, los niños de México expresaban sus expectativas a futuro en términos parecidos a los que emplean los niños en cualquier país del mundo: “Quiero ser ingeniero”, “quiero ser maestra”, “quiero ser ingeniero”, “quiero ser bióloga”, “quiero ser cantante”, “quiero ser piloto aviador”, “quiero ser director de cine”. Hoy, en la franja norte del país, de acuerdo con una consulta realizada por el Instituto Federal Electoral (IFE) (La Jornada, 19/03/2012, p. 5), los niños tienen, en su mayoría, aspiraciones distintas: quieren seguir vivos, quieren mantener la cabeza pegada al cuello y el cuello a los hombros, quieren que no maten a sus familiares y quieren que cesen las balaceras en las calles.

Como el resto de la población, los menores ofrecen respuestas contrastadas cuando se les pregunta por la manera de resolver los problemas: “Hablando con los Zetas” o “pidiéndoles ayuda”, contestan algunos, mientras que otros piensan que es preferible apelar a la policía, al Ejército o a la Marina o, más llanamente, matar a quienes generan la violencia. En ciertas respuestas hay temor a las corporaciones públicas: “los policías son los que hacen los problemas” y “te quitan el dinero”.

–Yo de grande quiero ser narco –decía un niño juarense de cuatro años de edad en un testimonio ya censurado en Youtube.
–¿Para qué quieres ser narco?
–Para matar.
–¿Y para qué quieres matar?
–Para ser rico.

Ahora, después de un cuarto de siglo de saqueo nacional, destrucción sistemática del tejido social, saqueo y pillaje realizados tanto desde los poderes formales como desde los fácticos y connivencia cínica o hipócrita de los niveles gubernamentales con la delincuencia, matar, o que no los maten son los horizontes deseables para una generación de menores, especialmente en la franja fronteriza del norte. A eso ha sido conducido el país por la oligarquía depredadora y sus sucesivos gerentes en turno, Washington y los socios menores y desechables, eso que los anteriores llaman “delincuencia organizada”, como si ellos mismos no lo fueran.

Felipe Calderón entra en la recta final de su desastre procurando heredar a quien le suceda la guerra y la destrucción e inaugurando penales de “supermáxima seguridad”, hipérbole que expresa, seguramente de manera involuntaria, que el resto de las cárceles del país, sean federales, estatales o municipales, no son confiables. ¿O que: no debiera bastar con hacer seguras a las cárceles, sin necesidad de superlativos? Mientras tanto, en las calles, que los niños desearían como zonas de juego y convivencia, y no como áreas de potencial exterminio, florece la supermáxima inseguridad.

En buena parte de los niños de México, la visión del país es la de un campo de batalla y no es de extrañar que no pocos de ellos se conviertan en delincuentes antes incluso del momento en que legalmente dejan de ser niños. Son producto de su tiempo y de su circunstancia. Otros han visto el asesinato de sus familiares sin tener la edad necesaria para firmar un acta de defunción en calidad de testigos. Y otros son desalojados de este mundo por error –confusión o mala puntería– o por una maldad que ya se salió de cauce, antes de dar la talla para un ataúd de adulto.

Hasta los hijos de los altos funcionarios viven la inseguridad asfixiante de la guerra. La infancia y la adolescencia les es robada por blindajes y enjambres de guaruras que les hace imposible la normalidad cotidiana y que tal vez los lleve a concluir que el país en el que viven los odia y desea matarlos.

Es urgente deshacerse de la lógica de la supervivencia del más apto, instaurada sin tapujos durante las dos últimas presidencias priístas, y continuada en el transcurso de la docena trágica del panismo gobernante; del enriquecimiento grupal como verdadera razón de ser del ejercicio del poder público, y de esa concepción del Estado, impuesta por Calderón, como una máquina de perseguir, encarcelar, desaparecer, torturar y matar. Para hacer frente a la delincuencia y a la violencia el país debe incrementar su población escolar y reducir su población carcelaria, e inaugurar más clínicas y universidades que “centros de comando” que no sirven para maldita la cosa, como no sea para perder soberanía –porque están infestados de asesores estadunidenses– y para enriquecer a un puñado de proveedores y a unos cuantos funcionarios.

La consulta del IFE refiere, además, aspiraciones de jóvenes de entre 13 y 15 años: “Que los políticos ya no se asocien con el narco; que haya más igualdad, más seguridad social, que no haya más violaciones ni desempleo; que no haya pobreza y que se cambie el presidente; que los policías no se dejen sobornar y que no haya discriminación”.

Es una propuesta integral y nítida. Es tiempo de hacerles caso.

18.3.12

Aviones


Empezamos a habituarnos a la vergüenza de ser colonia: no lo descubrieron las autoridades mexicanas, sino las gringas, aunque el episodio delictivo involucre a dependencias, funcionarios y dinero de nuestro país. Aún no tiene nombre, como los escándalos famosos (Watergate, Pinocheques, Caso Gürtel…), pero ya tomó impulso. Seis funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública (ese orgullo del régimen), de los gobiernos de Sonora y Sinaloa y de la propia Presidencia de la República recibieron dinero para otorgar contratos por más de 20 millones de dólares en mantenimiento, reparación e inspección de aeronaves entre 2004 y 2009. La sobornadora: la firmas estadunidense BizJet International Sales & Support, de Tulsa, Oklahoma.
En noviembre de 2008, pocos días después de la caída del avión en el que viajaba Juan Camilo Mouriño, publiqué esta anotación: si era cierta la explicación oficial de ese “accidente”, entonces “sería inevitable concluir que lo que mató a Mouriño, a Santiago y a los otros, fue el afán del grupo gobernante de desregular, privatizar y subcontratar todo –llevándose tajadas y comisiones bajo el agua–, hasta las compras de aeronaves para el gobierno federal y el reclutamiento de los respectivos pilotos. Es una gran paradoja que quien fue secretario de Gobernación haya sido, mientras le duró la vida, uno de los grandes beneficiarios de tal empeño.”
Hoy, gracias a las autoridades de la metrópoli (es decir, las de Washington, porque en el México de Calderón nadie investiga nada), podemos confirmar que la adjudicación de contratos de mantenimiento, reparación y verificación de aeronaves al servicio del gobierno no se realiza por concurso ni se selecciona a las empresas más profesionales y sólidas para esa tarea, sino que se contrata a las que ofrezcan una chuleta de decenas o cientos de miles de dólares.
No es necesario acudir a las tesis del atentado. Con las corruptelas basta para que a Felipe se le caigan los secretarios de Gobernación.

17.3.12

Un texto de Quevedo


Gracias y desgracias del ojo del culo

Francisco de Quevedo y Villegas
llamado Juan Lamas, el del Camisón Cagado


Dirigidas a Doña JUANA MUCHA, MONTÓN DE CARNE,  mujer gorda por arrobas.

Escribiolas JUAN LAMAS, EL DEL CAMISÓN CAGADO.

Edición de DANIEL LEBRATO, Maestro Oculista.

Quien tanto se precia de servidor de vuesa merced, ¿qué le podrá ofrecer sino cosas del culo? Aunque vuesa merced le tiene tal, que nos lo puede prestar a todos. Si este tratado le pareciere de entretenimiento, léale y pásele muy despacio y a raíz del paladar. Si le pareciere sucio, límpiese con él, y béseme muy apretadamente. De mi celda, etcétera.

No se espantarán de que el culo sea tan desgraciado los que supieren que todas las cosas aventajadas en nobleza y virtud, corren esta fortuna de ser despreciadas de ella, y él en particular por tener más imperio y veneración que los demás miembros del cuerpo; mirado bien es el más perfecto y bien colocado dél, y más favorecido de la naturaleza, pues su forma es circular, como la esfera, y dividido en un diámetro o zodíaco como ella. Su sitio es en medio como el del sol; su tacto es blando: tiene un solo ojo, por lo cual algunos le han querido llamar tuerto, y si bien miramos, por esto debe ser alabado, pues se parece a los cíclopes, que tenían un solo ojo y descendían de los dioses del ver. El no tener más de un ojo es falta de amor poderoso, fuera de que el ojo del culo por su mucha gravedad y autoridad no consiente niña; y bien mirado es más de ver que los ojos de la cara, que aunque no es tan claro tiene más hechura. Si no, miren los de la cara, sin una labor, tan llanos que no tienen primor alguno, como el ojo del culo, de pliegues lleno y de molduras, repulgo y dobladillos, y con una ceja que puede ser cola de algún matalote, o barba de letrado o médico. Y así, como cosa tan necesaria, preciosa y hermosa, lo traemos tan guardado y en lo más seguro del cuerpo, pringado entre dos murallas de nalgas, amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos, envainado en unos gregüescos, abahado en una capa, y por eso se dijo: "Bésame donde no me da el sol". Y no los de la cara, que no hay paja que no los haga caballeriza, ni polvo que no los enturbie, ni relámpago que no los ciegue, ni palo que no los tape, ni caída que no los atormente, ni mal ni tristeza que no los enternezca. Lléguense al reverendo ojo del culo, que se deja tratar y manosear tan familiarmente de toda basura y elemento ni más ni menos; demás de que hablaremos que es más necesario el ojo del culo solo que los de la cara; por cuanto uno sin ojos en ella puede vivir, pero sin ojo del culo ni pasar ni vivir.


Lo otro sábese que ha habido muchos filósofos y anacoretas que, para vivir en castidad, se sacaban los ojos de la cara, porque comúnmente ellos y los buenos cristianos los llaman ventanas del alma, por donde ella bebe el veneno de los vicios. Por ellos hay enamorados, incestos, estupros, muertes, adulterios, iras y robos. Pero ¿cuándo por el pacífico y virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud ni guerra? ¿Cuándo, por él, ningún cristiano no aprendió oraciones, anduvo con sinfonía, se arrimó a báculo ni siguió a otro, como se ve cada día por falta de los de la cara, que expuestos a toda ventisca e inclemencia, de leer, de fornicar, de una purga, de una sangría, le dejan a un cristiano a buenas noches? Pruébenle al ojo del culo que ha muerto muchachos, caballos, perros, etc.; que ha marchitado hierbas y flores, como lo hacen los de la cara, mirando lo ponzoñosos que son: por lo que dicen que hay mal de ojo. ¿Cuándo se habrá visto que por ser testigo de vista hayan ahorcado a nadie por él, como por los de la cara, que con decir que lo vieron forman sus calumnias los escribanos? Fuera de que el ojo del culo es uno y tan absoluto su poder, que puede más que los de la cara juntos. ¿Cuándo se ha visto que en las irregularidades se metan con el ojo del culo? Lo otro, su vecindad, es sin comparación mejor, pues anda siempre, en hombres y mujeres, vecino de los miembros genitales; y así se prueba que es bueno, según aquel refrán: Dime con quien andas, te diré quien eres. El se acredita mejor con la vecindad y compañía que tiene que no los ojos de la cara, que éstos son vecinos de los piojos y caspa de la cabeza y de la cera de los oídos, cosa que dice claro la ventaja que les hace el serenísimo ojo, del culo. Y si queremos subtilizar más esta consideración, veremos que en los ojos de la cara suele haber por mil leves accidentes, telillas, cataratas, nubes y otros muchos males; mas en el del culo nunca hubo nubes, que siempre está raso y sereno; que, cuando mucho, suele atronar, y eso es cosa de risa y pasatiempo. Pues decir que no es miembro que da gusto a las gentes, pregúnteselo a uno que con gana desbucha, que él dirá lo que el común proverbio, que, para encarecer, que quería a uno sobremanera, dijo: "Más te quiero que a una buena gana de cagar". Y el otro portugués, que adelantó más esta materia, dijo: "Que no había en el mundo gusto como el cagar si tuviera besos." Pues ¿qué diremos si probamos este punto con texto del filósofo que dijo:

No hay contento en esta vida
que se pueda comparar
al contento que es cagar.

 Otro dijo lo descansado que quedaba el cuerpo después de haber cagado:

No hay gusto más descansado
que después de haber cagado.

Los nombres que tiene juzgarán que no tiene misterio. ¡Bueno es eso! Dícese trasero, porque lleva como sirvientes todos los miembros del cuerpo delante de sí, y tiene sobre ellos particular señorío. Culo, voz tan bien compuesta que lleva tras sí la boca del que le nombra. Y ha habido quien le ha puesto nombre gravísimo y latino llamándole antífonas y nalgas, por ser dos; otros, más propiamente, le llaman asentaderas; algunos, trancaílo, y no he podido ajustar por muchos libros que he revuelto para sacar la etimología; lo más que he hallado es que se debe decir tancahigo, por lo arrugado y pasado que siempre está.

Con más facilidad topé por qué se decía al lindo ojo del culo "manojo de llaves": por lo redondo del cabo y muchas molduras que hacen aquel mismo repulgo, y viene bien con los que llaman cofre al culo, que es darle cerradura.; y en los animales vemos que la Naturaleza les cubre el culo con la cola o rabo, para que como parte más necesaria y secreta, estuviera acompañado tapado y abrigado, y con mosqueador para de verano, y en las aves lo mismo. Si miramos su ocupación, es hacer lo que ninguno nunca hizo ni pudo: pues en este mundo todos hemos menester a otros para ser proveídos: el alguacil al corregidor, el corregidor al oidor, el oidor al presidente, el presidente al rey. Pero el culo se provee a sí mismo y aún en el presidente, servidor por otro nombre (que así llaman al bacín), cosa equívoca a los derretidos de las damas.

El culo no tiene cosa común, ni aunque me pruebes que hace cámaras, a imitación de otros muchos, pues lo que él hace son mojones, que son fin de términos, para dar a entender que en llegando al culo no has de pasar adelante.

Háceme fuerza que en las almonedas dicen: "¿Hay quien puje?"; que ni sé si convidan a cagar (propiamente entonces pujar) o si a comprar; con que es cierto que tiene grandes preeminencias, cuando se valen de sus voces para otras cosas. Hasta los excrementos o mierda (pasa adelante, porque no te empalagues con tan dulce plato) son de provecho, pues según defienden los doctores galenistas y boticarios droguistas, son buenos para desligar Cárdeno y Alberto los del lagarto para los ojos; los de bestias, que llaman estiércol, es con lo que se fertilizan los campos, y a quien debemos los frutos; la del gato de Algalia, no hay que probar ni examinar cuánto es su valor y estimación; la mierda del buey, o boñiga, para inmensos remedios es provechosa. Esto probado y asentado, ¿habrá curioso alguno que diga que los ojos de la cara tienen alguna virtud? Luego el ojo del culo, él por sí solo, es mejor y de más provecho que los ojos de la cara.

Lo que dicen del culo (los que tienen ojeriza con él) es que pee y caga, cosa que no hacen los ojos de la cara; y no advierten lo cuitados que más y peor cagan los ojos de la cara y peen que no el del culo, pues en ellos no hay sueño que no lo caguen en cantidad de legañas, ni pesadilla o susto que no meen en abundancia de lágrimas, y esto sin ser de provecho, como lo que echa el culo, como ya queda probado.

Lo del pedo es verdad, que no lo sueltan los ojos; pero se ha de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de laudatoria que indigno de ella. Y, para prueba desta verdad, digo que de suyo es cosa alegre, pues donde quiera que se suelta anda la risa y la chacota, y se hunde la casa, poniendo los inocentes sus manos en figura de arrancarse las narices, y mirándose unos a otros, como matachines. Es tan importante su expulsión para la salud, que en soltarle está el tenerla. Y así, mandan los doctores que no les detengan, y por esto Claudio César, emperador romano, promulgó un edicto mandando a todos, pena de la vida, que (aunque estuviesen comiendo con él) no detuviesen el pedo, conociendo lo importante que era para la salud. Otros dijeron que lo había hecho por particular respeto que se debe al señor ojo del culo.

Pues decir que no es bullicioso un pedo, ¡bueno es eso! ¿Hay cosa de más gusto que ver en un concurso grande, si se suelta uno, el rumor que mete y qué agudos acuden todos a taparse las narices, como está dicho, y otros que más lo huelen, haciendo la disimulada toman tabaco?

Y es probable que llega a tanto el valor de un pedo, que es prueba de amor; pues hasta que dos se han peído en la cama, no tengo por acertado el amancebamiento; tambien declara amistad, pues los señores no cagan ni se peen, sino delante de los de casa y amigos. Y un portugués preguntado cuál era la parte principal del cuerpo dijo que el culo, que se asentaba primero que nadie y aunque fuese delante del rey.

Los nombres del pedo son varios: cuál le llama "soltó un preso", haciendo al culo alcaide; otros dicen: "fuésele una pluma", como si el culo estuviera pelando perdices; otros dicen: "tómate ese tostón", como si el culo fuera garbanzal. Otros dicen algo crítico: "cuesco", derivado de la enigma; y otros han dicho: "Entre peña y peña el alba, río que suena". De aquí se levantó aquel refrán que dice: "Entre dos peñas feroces, un fraile daba voces". Y finalmente, dijo el otro: "El señor don Argamasilla cuando sale chilla".

Baste ya de probanzas de la nobleza del señor don Pedo y pase por ahora plaza de don caballero que porque no digan me revuelco demasiado no le acoto con otros muchos lugares y autoridades.

Dejo de tratar de los pedos degollados, si bien con esto conocerán de su hidalguía y caballería y grandeza que tiene el culo en este caso. Pues su fortaleza ¿quién la encarecerá?, si es tanta que el sólo limpiarse con un paño delgado se deja de modo por las dos partes, que es más difícil de tomar que la inclusa.

Y, volviendo a los demás sentidos, digo que lo que se queda en el pañuelo de la boca es gargajo, y lo de las narices moco, y lo de los ojos legañas, y lo de los oídos cera; pero lo queda del culo en la camisa es palomino, nombre de ave muy regalada. Fuera de que los ojos no tienen cosa señalada con que limpiarse; que a veces piden el pañuelo prestado a las narices y a la boca, y otras se limpian con las manos, y al mismo tenor los otros sentidos. Mas volviendo al culo, ¡qué de firmas de grandes señores ha iluminado! ¡Qué papeles de los más íntimos amigos no ha visto! ¡Qué de libros de los hombres más doctos ha gastado! ¡Qué de billetes de damas ha firmado! ¡Qué de procesos importantes ha manchado! y, ¡qué de camisas de Cambray y Holanda ha teñido! Y al fin le han servido de limpiadera las mejores y más hermosas manos del mundo, según aquel:

La mano de marfil es muy forzoso
 que al culo de su dueña haya llegado.
  
Y lo merece todo, porque también, sin ser abeja, hace cera o cerote (que así dicen de los medrosos).

Hasta las melecinas deben su ganancia al ojo, que aunque no ve, algunos dijeron que veía Fulano la luz por el ojo del culo de Zutano. Y en verdad que no es vista que invidiar.

De si tiene alguna gracia o no los culos sería largo de contar, baste decir que culos que se conocen, en la calle se saludan. Marcial dice que son saludadores compressis narebus Joven salutat, que en español quiere decir: represando las nalgas saluda a Júpiter, tratando de uno que se peió y por eso algunos le dan tanta antigüedad que dicen: ¿Qué tiene que ver el culo con el pulso? Como si dijeran de una cosa que no da cuidado ninguno y muy con verdad comparándola a otra que de cada accidente se desconcierta.

Y si nos dilatamos en esta materia será proceder infinito, sólo digo que en cuanto he hablado y ponderado del culo aunque me queda el rabo por desollar, que sus gracias son muchas y muy dignas de ponderación, como no son menores sus desgracias siguientes:

PRIMERA DESGRACIA
Enseña un ayo mugriento la lición a un descuidado niño. Encomiéndasela a la memoria y como potencia vil pásasele y jugando, olvida y en pena de lo que pecó la memoria abre el culo a azotes.



SEGUNDA
Va un estudiante un madrugón a una viña, vendimia a la mitad de ella, lleva un lagar en el estómago, topa con una fuente, y porque se lo pide el gusto bebe hasta hartarse: pícase la sed y deshácese en cámaras y págalo el ojo del culo.

TERCERA
El otro mesurado o engullidor miserable, por comer de balde llenó tanto el estómago que se ahitó movido del apetito y págalo el culo a puro jeringazos.

CUARTA
Tiene un mal curado enfermo modorra y porque el humor se le ha apoderado de los sentidos y los descuidos que tuvo el poco prevenido médico, lo paga el culo a puro sanguijuelas que lo sajan vivo.

QUINTA
Sábese, según doctrina de muchos filósofos, que el regüeldo es pedo malogrado y que hay algunos tan desdichados que no se les permite llegar al culo, así lo enseña Angulo que no ha acabado de salir por la boca cuando le dicen todos: "¡Vaya a una pocilga!", y cuando sale por el ojo del culo todo es aplaudido y cuando más le dicen cuerno, como otro tenía costumbre de decir cuando uno se peía "¡cuerno! por ahí comas carne y por la boca mierda, y papa te vea la madre que te parió porque te vea más medrado; en las sopas te lo halles como garbanzo, con esa música te entierren, sabañones y mal de gamones, coz de mula gallega, por donde salió el pedo meta el diablo el dedo, la víbora el pico, el puerco el hocico, el toro el cuerno, el león la mano, el cimborrio de El Escorial y la punta de mi caracol te metan amén".

SEXTA
Da el otro extranjero en caballerear, bizarrear y servir a damas y traer mucha bambolla y fausto, falta a los negocios y pierde el crédito y lo que pecaron los miembros genitales lo paga el inocente culo. Pues al punto dicen: "Fulano ya dio de culo".

SÉPTIMA
Va el otro narciso, pisaverde a pie por la calle en tiempo de todos y por más cuidado que pone en las chinas o piedras que están descubiertas para asegurar los pies y andar de guija en guija, resbálase el pie y hace pedazos el pobre culo y de más a más se hace una plasta de todo que le coge de pies a cabeza.

OCTAVA
Da el otro pobre a la medianoche en tiempo de invierno una correncia o evacuación de tripas y porque con la priesa que tiene no se acuerda bien hacia donde quedó el brasero o barreño de la lumbre tropieza en él y hace pedazos las piernas y el culo, cobrando con esta desgracia enfremedad para muchos días.

NONA
Tan desgraciado es el culo que hasta los animales les muerde el lobo por él y en las monas se ve que porque quieren descansar y sentarse a menudo se llenan el culo de callos y por eso han dado en decir: "Fulano tiene más callos que culo de mona".

DÉCIMA
Viene el otro picarón a sentir el calor del verano y porque yéndose a rascar la comezón de una ladilla frisona le estorbó el matarla una horrenda población de pendejos que topa hacia el culo, determina de matarlas con unas tijeras y teniendo las manos torpes y no ver lo que hace ni poder sufrir más el ser puerco abre a tijeretazos el pobre culo.

UNDÉCIMA
Viene la otra pobre casada o doncella a descubrir más de lo que fuera menester su natural inclinación de ser puta, tiene celo de ello el galán y causa cuidado al marido y por dar a entender que conocen la fragilidad y imperfección del sujeto, dicen: "de res que se mea el rabo, no hay que fiar".

DUODÉCIMA
Dale al otro una apretura en la calle o cógele en la comedia, sale con priesa a buscar dónde desbuchar, y porque no llegó tan presto a las necesarias o le embarazó algún nudo ciego, emplástase o embadúrnase de mierda el pobre culo.

DECIMOTERCERA
Viene el otro estudiante o platicante de medicina y al ir a ordenar un medicamento a la cocina topa a la criada que se había hecho del ojo, y ella por darle gusto y apagar el fomes de la concupiscencia y titilaciones venéreas, empieza sus cernidillos y bamboleos, diviértese con el gusto y acribilla a golpes el pobre culo de escalón en escalón.


DECIMOCUARTA
Vienen las Carnestolendas, alégranse las gentes en diferentes festines y por no más de antojo de muchachos o pasatiempo de hombres ociosos pagan los culos de los perros atándoles a la cola mazas diferentes.

DECIMOQUINTA
Vese el otro pobre condenado toreador de a pie embestido del toro, vuélvese para huir, túrbase o no salen los pies con presteza y por no salir ellos presto desgárrale el toro el pobre culo.

DECIMOSEXTA
Va una vieja a echar una ayuda a un enfermo, ve poco, no la ha templado bien, encájasela dos dedos del culo, y dale entre las nalgas con ella, escáldale el culo que paga el pobre el descuido de la vieja borracha.

ÚLTIMA DESGRACIA
Finalmente, tan desgraciado es el culo que siendo así que todos los miembros del cuerpo se han holgado y huelgan muchas veces, los ojos de la cara gozando de lo hermoso, las narices de los buenos olores, la boca de lo bien sazonado y besando lo que ama, la lengua retozando entre los dientes, deleitándose con el reir, conversar y con ser pródiga y una vez que quiso holgar el pobre culo le quemaron.



F I N

16.3.12

Prefacio

Empieza hoy esta serie de apuntes, que irán apareciendo en #PulsoCiudadano, y que se escriben con la esperanza de su difusión en las redes sociales, sobre personajes, circunstancias y cifras de la catástrofe regresiva en la que se encuentra México.

Los cuerpos descuartizados son la otra cara de la moneda de los truhanes respetables que se pasean, sin sombra de sospecha que les nuble la vida, en Audi blindado o en helicóptero. El desmantelamiento sistemático de todo lo que huela a pueblo es el correlato de los rascacielos impecables. Hay vasos comunicantes inocultables entre la pulcritud de las oficinas públicas y la hediondez que brota de las fosas comunes, los lamentos que escapan de los explotaderos de carne humana, el aire tóxico que se instala sobre los socavones a cielo abierto de las mineras transnacionales.

La persistencia de un régimen político podrido es posible por un ejercicio orweliano –vía los medios y el discurso oficial– de adulteración de lo real. Y lo más impactante, como dijo la entrañable Lillian Hellman acerca de la era negra del macartismo, no era el senador McCarthy con sus maneras de inquisidor medieval, sino “toda la gente que no se manifestó”: los tiempos de canallas requieren del acanallamiento generalizado, un requisito sine qua non para que este régimen oligárquico inicie –El Cielo no lo quiera, no lo permitamos nosotros– un nuevo ciclo con el concurso de cualquiera de sus franquicias electorales: la blanquiazul o la tricolor.

No vaya a recordarnos alguien, en un futuro cercano, que no fuimos capaces de alzar la voz ante el saqueo, la corrupción, las violaciones a los derechos humanos, la frivolidad, la insensibilidad y la ignorancia que caracterizan a este nuestro propio tiempo de canallas.