29.6.10

Tontos inútiles

En 1887 L. L. Zamenhof publicó su primer opúsculo en esperanto. 123 años más tarde, el 25 de junio de 2010, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, pronunció un discurso en una nueva lengua sintética, distinta del esperanto y del volapük, a la que llamaremos, a falta de nombre oficial, gomezmontés. La complejidad gramatical de este nuevo idioma (quienes lo duden, pueden comprobarlo en el sitio web de la Segob), así como la inexistencia de textos normativos y diccionarios específicos, hacen difícil la plena comprensión de los conceptos de su único hablante, por lo que cualquier intento de análisis resulta arriesgado. Sin embargo, en algunos de sus pasajes, esa pieza oratoria tiene cierto parecido con el español y con ayuda de elementos contextuales tal vez sea posible entender algo.

Dirigiéndose al titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el erudito en el idioma de sí mismo dijo que esa institución federal, al igual que sus equivalentes estatales, “deben de ser perspicaces para no ser un instrumento injusto de deslegitimación de los esfuerzos del Estado y de la nación para reconstruir a sus fuerzas de seguridad [¿están destruidas?], para que no se deslegitime este esfuerzo y se sirva involuntariamente a aquellos intereses contrarios a los principios básicos de la convivencia, contrarios a los intereses fundamentales de la sociedad y de sus miembros […] Deben ser perspicaces para distinguir aquellos actos que pueden ser propios de la tortura, a aquellas huellas que solo reflejan la necesidad de someter a quien siendo llamado de la autoridad para ser privado de su libertad o porque está cometiendo un delito, o porque es llamado por la autoridad para rendir testimonio, o porque es llamado por la autoridad en calidad de indiciado. Hay veces que en estas operaciones hay resistencia de los particulares al llamado legítimo de la autoridad y se tiene que entrar por vías de hechos a someterlos, a fin de cumplir con dichos actos. […] Esta es la difícil tarea que hoy nos congrega: Ni ser cómplices, ni encubridores de las anomalías que puedan existir dentro de las instituciones de seguridad, ni ser tontos útiles de una delincuencia a la que le sirve deslegitimar, perseguir, contener, condicionar, debilitar la acción de esa autoridad.” La cita es literal.

O sea que los defensores de derechos humanos deberán vivir, en lo sucesivo, bajo la sospecha de ser tontos útiles.

Beneficiemos con la duda al gobierno y pensemos que el único vínculo de sus sus integrantes con el narcotráfico es la enemistad; supongamos, incluso, que son sinceros y honestos los argumentos de la guerra oficial contra la delincuencia organizada. Aun así, si se juzga con base en resultados, el empeño calderonista por robustecer la seguridad y la legalidad ha tenido consecuencias opuestas a las deseadas: de acuerdo con los datos disponibles, hoy la criminalidad es más poderosa, más impune y más acaudalada que hace tres años y medio (ya hay, entre la lista de los asesinados, un candidato a gobernador), en tanto que la zozobra y la indefensión de la población son mucho más graves que al inicio del calderonato; es posible que, en la perspectiva de los malos de la película, los chicos del gobierno sean los verdaderos tontos útiles (para entrar al universo semántico del señor secretario). Peor aun: si se les coteja con los objetivos y los resultados declarados por ellos mismos, son más bien tontos inútiles. O bien las intenciones que esgrimen son puras mentiras, y entonces no son tan tontos.

Sea como sea, no se recuerda el caso de un delincuente que se haya visto beneficiado en su carrera por la tontería útil de un activista humanitario; en cambio, la memoria está repleta de inocentes agraviados por funcionarios públicos, y así fuera sólo por eso, no está bien que el señor que despacha en Bucareli plante la sospecha sobre los defensores de derechos humanos quienes ya bastantes broncas tienen en el México de hoy. Tampoco está bien que se pretenda justificar con la “resistencia al arresto” el estado de evidente maltrato físico en que son presentados a los medios buena parte de los detenidos por las instituciones de seguridad y procuración: no es bueno que las autoridades se refocilen en una disolución de escrúpulos semejante a la que disfruta la delincuencia organizada.

O será que el gomezmontés es menos semejante al español de lo que podría pensarse en un primer golpe de vista y que su hablante quería decir otra cosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Joven Pedro Miguel: ¡¡cóóómo me he reído con este texto!!. Llego a la siguiete conclusión: habremos de cuidar al último hablante de Gómezmontés con mucho amor y cuidado, como si fuera la última cucaracha del planeta (para algo han de servir las cucas, estoy segura)
Gracias por la risa!!
LaSusodicha.

Pedro Miguel dijo...

Susodicha: Hoy apareció un segundo hablante de ese extraño idioma. Cuidado con la pareja, que asì empiezan las plagas de cucarachas.