31.1.08

Alterar el pasado

La máquina de Wells

  • El Photoshop de Stalin
  • Retoques a una historia de amor

Nuestras vidas se construyen sobre decisiones afortunadas y sobre estupideces irreparables, pero un principio de insatisfacción saludable otorga mayor presencia a las segundas en el registro de nosotros mismos: por qué no me esforcé un poquito más, por qué me empeciné en un esfuerzo perdido, por qué abrí la boca, por qué guardé silencio, por qué metí la mano, por qué me quedé quieto, por qué di vuelta donde no debía, por qué no marqué ese número telefónico, por qué me comí ese ostión, por qué jalé el gatillo. A veces el error nos produce rabia muchos años después de cometido, en ocasiones nos sumerge en una vergüenza que no pierde su filo con la edad, o bien nos lleva al arrepentimiento. La bitácora de nuestros actos malos (no necesariamente malos de maldad, sino de baja calidad a la luz de los resultados) y el recuerdo de sus consecuencias es un instrumento muy útil que se llama escarmiento y que nos permite mejorar nuestro desempeño, incluso si se trata de actos monstruosos: el asesino que ha sido pillado por sus huellas se cuidará de no dejar indicios en su próximo ataque, si lo hay. Desde luego, la percepción de la trayectoria propia tiene algo o mucho de imaginario y no es infrecuente que las personas vivan arrepentidísimas por haber actuado de una manera y no de otra, cuando los acontecimientos sucesivos habrían ocurrido de todos modos. El caso típico es el de quienes se sienten culpables por una muerte en la que no tuvieron nada que ver, pero piensan que si le hubieran sobado la manita al o a la moribunda, éste o ésta no habría estirado la pata.

El pasado es lo único verdaderamente irremediable de la vida y ello ha dado lugar a una obsesión de la cultura. Una vieja idea es que cada disyuntiva (fresa, chocolate o vainilla, Bush o Gore, le digo o no le digo) genera tantos universos paralelos como los posibles cursos de acción que contienen. Escribía Borges que escribía Marco Aurelio que si el número de partículas del cosmos era finito, entonces sus posibles combinaciones también lo sería, y que en consecuencia la historia humana se repetiría y se desarrollaría en todas sus variantes. A finales del siglo XIX, cuando parecía posible la invención ilimitada de máquinas capaces de hacer de todo, alguien (creo que H.G. Wells) se fumó algo y se imaginó un armatoste para transportar al futuro y al pasado, una posibilidad que la física contemporánea no descarta del todo y que ha dado lugar a montones de películas. Más informes, en la espléndida entrada de Wikipedia “Viaje en el tiempo”.

Las posibilidades del “qué habría pasado si...” son inagotables y nos colocan en el debate milenario del papel del individuo en la historia: ¿estaríamos en un mundo distinto si Cleopatra hubiese tenido una nariz más pequeña? ¿Y si los cristianos de Occidente no hubieran traicionado a sus correligionarios de Bizancio y ésta no hubiese caído en manos de los turcos? ¿Y si por la misma época en que Wells imaginaba su cacharro alguien, en la localidad austriaca de Braunau am Inn, hubiese hecho el favor de darle un poco de cariñito (¿o de plano un balazo?) a Adolf Schicklgruber, un infante descuidado por su madre y maltratado por su padrastro, y quien años después adoptó el apellido Hitler?

El pasado no se podrá alterar nunca, dicen algunos. Su razonamiento es que si en el futuro llegara a inventarse una manera de viajar a tiempos anteriores, los científicos del siglo XXX ya estarían entre nosotros, cuidándonos como a niños de guardería y viendo que no cometamos muchas burradas. Pero los registros de lo acontecido sí que se alteran y la práctica no es reciente: la historia la escriben los vencedores, cabe recordar, y no precisamente por arrepentimiento, sino para ocultar sus atrocidades o para engrandecer sus orígenes. Les recomiendo, por cierto, este notable video de Jaime Noguera y José Ramón Martínez titulado 1951:





Es relativamente fácil formular mentiras o plasmarlas en inscripciones, códices y libros de historia. Alterar los registros fotográficos, cinematográficos y videográficos, es un poco más complicado, pero no imposible. Cuatro décadas antes del Photoshop y programas similares, los “historiadores” oficiales del estalinismo desarrollaron una capacidad prácticamente ilimitada, y hasta admirable a pesar de sus propósitos abyectos, para adulterar a conveniencia imágenes fotográficas: el pincel de aire desapareció a muchos miles de individuos (empezando por Trotsky) de la historia oficial soviética, hizo a Stalin guapo y más alto que sus acompañantes en los actos públicos, transformó muecas de disgusto en sonrisas, convirtió letreros de tiendas en pancartas revolucionarias... Échenle un ojo a la colección “The Comissar vanishes”.




Trotsky y otros tres personajes desaparecen de la
foto, gracias al virtuosismo photoshopero de Stalin


Agregado del 11/03/2008:
El Photoshop hace justicia histórica


The Beggar’s Opera (La ópera del mendigo), escrita por John Gay y estrenada en 1728 con música de Pepusch, es una crítica a la desigualdad social, una sátira de los pudientes y, de cierta manera, una reivindicación de los bajos fondos de la sociedad. Dos siglos después, Brecht la reformuló, en términos vigesimónicos, en una pieza titulada Die Dreigroschenoper (La ópera de tres centavos), y el contexto barriobajuno inspiró a Brassens para escribir una canción (que nunca llegó a grabar) en la que se aborda ese afán irredento por falsificar el pasado, así sea el personal y el de pareja: Retouches à un roman d'amour de quatre sous. Sigo sin localizar el disco y pueden escuchar cachitos de la canción en voz de Jean Bertola y de Maxime Le Forestier. En septiembre del año antepasado engendré una versión en español de ese texto, al que traicioné desde el título: le puse “Retoques a una historia de amor de a tres pesos”, con infidelidades al género, a la cantidad y a la moneda. Está, pantallas atrás, en este su blog.



28.1.08

La delincuencia es mala


Algunas de las dificultades de este gobierno para lograr consenso y apoyo a sus despliegues antidelictivos son de naturaleza argumental: “Hay que acabar con los delincuentes porque son malos”. Ajá. Sólo que la sociedad mexicana no es un puñado de viejitas provincianas del siglo antepasado y exige razonamientos un poco más precisos y explicaciones más puntuales. Vamos a unirnos contra los malos, qué bien, pero antes explíquennos quiénes son, qué hacen y cuál es la diferencia exacta entre los cruzados del estado de derecho y los enemigos a combatir.

¿Los malos son los que trafican cosas prohibidas? Espléndido. ¿No habría que ir entonces sobre los que metieron al país, y de contrabando, divisas ilegales para financiar la campaña electoral de uno que fue presidente hasta hace no mucho? Empezar por ahí no estaría mal, porque se conocen sus nombres, sus direcciones y hasta los cargos actuales de algunos de ellos. ¿Vamos contra los ladrones de bancos? Órale: el gobierno tiene la lista de los más importantes. Son los empresarios que se beneficiaron de préstamos incobrables gracias al rescate bancario que legalizaron Acción Nacional y el Partido Revolucionario Institucional, y que produjo un botín muy superior al de cualquier atraco a mano armada en la historia del mundo.

Tal vez a los membretes ciudadanos que deploran la maldad intrínseca de la delincuencia les gustaría empezar por el problema del secuestro. A todo esto, ¿ya se pusieron en contacto con los atenquenses que en mayo de 2006 fueron capturados, salvajemente golpeados, incomunicados y mantenidos en cautiverio durante casi dos años? Las autoridades no pidieron rescate a cambio de la libertad de los capturados (o sí: algunas fianzas fueron desmesuradas), pero habría que delimitar con más cuidado la frontera entre privación ilegal y privación injustificada de la libertad, y decir cuál es la diferencia específica entre ambas, ¿no?


Ahora que, si se comienza por combatir el delito de violación, ¿cuándo se investiga a los agresores de la Federal Preventiva, la policía mexiquense y la municipal de Texcoco por los agravios cometidos contra los capturados en aquel episodio? ¿Cuándo se llamará a declarar a sus jefes, entre los que estaban, entre otros, Fox, Peña Nieto y Medina Mora?

—La delincuencia es mala.

—Qué brillante observación. ¿Te la enseñaron en Harvard?

La delincuencia es mala, y en ella están incluidos, por supuesto, los abusos sexuales de menores. ¿Y cuándo se empieza a investigar de oficio a los encumbrados empresarios, funcionarios y representantes populares mencionados en Los demonios del Edén como asistentes a las pachangas que organizaba el pederasta Jean Succar Kuri en las Villas Solymar de Cancún, y en las cuales se obligaba a niñas y a niños a sostener relaciones sexuales entre ellos y con sus agresores? ¿Y cuándo le echa un ojo la PGR a las violaciones de infantes cometidas por religiosos católicos de distintos niveles y a las maniobras para encubrirlas? También es malo el designio de no tocar (¿ni con la mano de una niña pre púber?) al gobernador de Puebla, Mario Marín, tan empeñosito en montar una agresión ilegal contra Lydia Cacho, la autora de ese libro. Vamos, señoras y señores magistrados de la Suprema Corte Salvador Aguirre Anguiano, Mariano Azuela, Margarita Luna Ramos, Guillermo Ortiz Mayagoitia, Olga Sánchez Cordero y Sergio Valls: ¿Cuándo se unirán al combate a la delincuencia? ¿Qué tal si, para convencerlos, la sociedad duplica el precio y les obsequia, digamos, cuatro botellas de coñac bellísimo a cada uno de ustedes?

Por falta de espacio quedan fuera del recuento el homicidio, el fraude, la difamación y otras muchas figuras delictivas, pero no el robo, que merece también una calificación moral adversa y universal: es malo. Un problema es que el máximo encargado de ejecutar las leyes no quiso, a la salida del supermercado electoral, enseñar los bolsillos para demostrar que no se le había quedado pegado uno que otro voto ajeno, y desde entonces muchos mexicanos no se tragan sus alegatos de probidad. Pero pasado mañana, cuando el grupo gobernante explique bien a bien en qué se diferencia de la delincuencia organizada, que es sin duda indeseable y malvadísima, el conjunto de la sociedad mexicana no tendrá objeción para respaldar, de manera activa y entusiasta, las campañas oficiales contra el crimen.

24.1.08

Va de aviones

B-2 Spirit



  • Pájaros que deberían estar extintos
  • “Perdón. No sabíamos que fuera invisible...”

La guerra fría terminó, se supone, hace casi dos décadas, tras la caída del Muro de Berlín (1989), la disolución del Pacto de Varsovia y la desintegración de la Unión Soviética (1991). Como ocurre en ocasiones tras el fin de las guerras, el término de la fría no condujo a la paz, sino a un conjunto de violencias diseminadas que se inauguró oficialmente con el primer arrasamiento de Irak por Occidente en enero de 1991. Los grandes aparatos militares desarrollados por los bloques oriental y occidental para romperse la crisma mutuamente se revelaron, de golpe, obsoletos e innecesarios. Hacia 1965 Estados Unidos había acumulado cerca de 35 mil bombas atómicas, la Unión Soviética le dio alcance y lo rebasó, y para el fin de su historia disponía de diez mil aparatos de esos más que su rival. Los miembros más modestos del club nuclear, como Francia, Inglaterra y China, llegaron a tener entre uno y dos centenares, que conservan hasta la fecha, y en el camino se les unieron Israel, India, y posteriormente Pakistán y Corea del Norte. Durante los años ochenta del siglo pasado Sudáfrica tuvo una corta pertenencia al club, pero en la década siguiente desmanteló los seis juguetes de alto poder que había desarrollado.


"Unidos somos invencibles": cartel del Pacto de Varsovia


A estas alturas, Washington y Moscú siguen poseyendo, respectivamente, diez mil y 15 mil cabezas atómicas, sin que uno pueda hacerse una idea clara del propósito de esos artefactos. Así la Casa Blanca hubiese tenido un millón de bombas, no habría podido evitar los atentados del 11 de septiembre de 2001; con sólo diez o menos en existencia, Pyongyang logró lo que quería, dobló a Estados Unidos y obligó al gobierno de Bush a negociar. En contraste, a Israel las cien o 200 que posee no le sirven de maldita la cosa a la hora de parar los ataques que Hezbollah lanza sobre su territorio desde la frontera libanesa, en el norte, o para disuadir a los combatientes palestinos de Gaza que regularmente avientan algo más que cohetones sobre el territorio del Estado opresor.

Las reglas han cambiado, pero los fabricantes de armas de los países industrializados y de otros no tanto siguen fabricando cosas para ganar una clase de guerra que no tuvo lugar y que no lo tendrá. Un ejemplo fenomenal de este despropósito es la continuación de los programas de armas diseñados hace dos o tres décadas para enfrentar una carrera tecnológica entre Oriente y Occidente. Con la caída de la Unión Soviética perdieron su razón de ser proyectos como el del F/A-22 Raptor estadunidense (150 millones de dólares por unidad), el Rafale francés (cerca de 50 millones), el Eurofighter (algo así como 70 millones) y los Sukhoi de última generación (35 millones, poco más o menos). Eso por no hablar de los B-2 Spirit, bombarderos estratégicos furtivos, originalmente diseñados para aplanar a bombazos atómicos Moscú y otras ciudades enemigas, y cuyo costo unitario anda en 2 mil 200 millones de dólares. La tarea real de los 21 Spirit en poder de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (costo total: más de 46 mil millones de dólares) ha sido, desde la invasión de Panamá en 1989, y hasta la fecha, en Afganistán e Irak, masacrar civiles: seis mil panameños, y sabrá Dios cuántos serbios, afganos e iraquíes.

Retruécanos inmarcesibles de la corrección política: para distinguirse de los terroristas hay que hacer lo mismo que ellos hacen (poner bombas en sitios poblados), pero con tecnología de punta. Ese mismo será el uso prioritario para los F/A-22 Raptor, que entraron en servicio hace pocos años, y los más baratos F-35 Lightning II, concebidos para remplazar a los veteranos F-16 Fighting Falcon, diseñados en los años setenta del siglo pasado.


F-35 Lightning II, llamado "manojo de puertas volantes"

Los gobernantes gringos y sus aliados bien podrían ahorrarse un dineral y, ya que se empeñan en escarmentar a pueblos insumisos, podrían, en forma mucho más económica y casi sin riesgos adicionales, rociarlos con insecticida desde avionetas de hélice. Pero las industrias militares, muy de acuerdo con sus gobiernos respectivos, siguen esquilmando a los contribuyentes occidentales y a los de numerosos países atrasados cuyos gobernantes sueñan con tomarse la foto ante una formación de aves metálicas y relucientes de a 50 millones cada una.

Estos pájaros son capaces de abatir a un rival aéreo situado más allá del rango de alcance visual, depositan huevos mortíferos, guiados a sus objetivos por láser y por satélite, con una precisión milimétrica, resultan escasamente detectables para los radares enemigos, poseen redes digitales para compartir información con sus compañeros y en algunos casos se dejan guiar por órdenes pronunciadas en voz alta. Además pueden cambiar de manera brusca la dirección de su vuelo, en ejes distintos a la longitudinal del avión. En fin, monadas para burlar unas tupidas defensas antiaéreas que ya no existen y para asegurar el predominio en una confrontación bipolar que es historia, por más que el régimen de Putin patalee y pretenda revivir a su superpotencia.

Si la industria aeronáutica soviética siguiera viva, de seguro habría proporcionado rivales temibles a los aparatos occidentales. Pero las cosas ocurrieron de otro modo. Al igual que en Panamá en 1989 y que en Irak en 1991, la OTAN empleó contra Yugoslavia a un célebre antecesor de los F/A-22 y F-35, el F-117 Nighthawk, primera aeronave “invisible” a los radares y desarrollado, a un costo de 122 millones (dólares de 1998) por unidad, en los primeros años ochenta del siglo pasado.


El feísimo Nighthawk

Estos aviones, posiblemente los más feos que hayan volado nunca, tienen un diseño facetado y anguloso para que las partículas electromagnéticas se desvíen en distintas direcciones y está recubierto por capas de una pintura especial que absorbe la mayor parte de las ondas. Al parecer, los diseñadores tenían en mente eludir sistemas de detección modernos, pero no contaron con que en marzo de 1999 un radar Tamara de fabricación checoslovaca, una antigualla de bulbos que operaba a muy baja frecuencia, sería capaz de detectar a uno de esos intrusos en el cielo de Serbia y de derribarlo con dos misiles SA-3 igualmente antiguos.

Otras fuentes afirman que el final del Nighthwak fue incluso más humillante: algunos soldados de la extinta Yugoslavia lo habrían detectado a simple vista y lo habrían tirado a balazos. El piloto logró salir ileso, fue rescatado por efectivos gringos, y el alto mando del país atacado se disculpó públicamente: “Perdónnenos --dijeron los oficiales yugoslavos--; no estábamos al tanto de que el avión fuera invisible”. Hasta la fecha, la astillada cabina del aparato se exhibe en el Museo de la Aviación en Belgrado, cerca del aeropuerto Nikola Tesla. Los cerca de cuarenta aparatos de este tipo que aún se encuentran en servicio terminarán de pasar a retiro este año, y las aeronaves que los reemplacen serán mucho más caras.


La humillación

21.1.08

Secuestrados

Alf y Ana María

El pasado 13 de enero, en una playa del Chocó, un comando de las FARC interceptó a un grupo de 16 vacacioniastas y secuestró a seis de ellos: el pintor y hotelero César Hoyos Benítez, el veterinario Hernando Martínez Rodríguez, el estudiante Jorge Alejandro Torres Hoyos, el comerciante José Arnulfo Rodríguez Barrera, el físico-matemático Alf Onshuus Niño y la bióloga Ana María Aldana Serrano; los dos últimos, marido y mujer, son profesores de la Universidad de Los Andes, en Bogotá. A decir de un juez local que formaba parte del grupo y que no fue capturado, los guerrilleros “parecían muy asustados”.

El capitán Benjamín Calle, comandate de la Brigada Fluvial de Infantería a cargo de la vigilancia de la zona, regañó a los secuestrados por haber abordado una lancha que “no cumplió con ningún requisito para salir” y por no haber informado a la Armada de su recorrido. El gobierno emprendió un intenso despliegue militar por agua, tierra y aire: “la zona es sobrevolada por aeronaves de inteligencia, reconocimiento y ataque, así como por helicópteros dotados con tecnología de punta, que realizan la búsqueda en la espesa selva que cubre la zona aledaña; en las operaciones también participan unidades de la Policía, la Armada Nacional y el Ejército, con el fin de dar con los plagiados y de sus secuestradores”. Adicionalmente, las autoridades ofrecieron una recompensa de 26 mil dólares a quien proporcione información sobre la ruta que llevan los insurgentes y sus víctimas.

Nada se puede esperar de un grupo de guerrilleros asustados y de sus dirigentes. Los primeros estarán mucho más ariscos ahora, gracias al impresionante despliegue ordenado por el presidente Álvaro Uribe, y menos dispuestos que nunca a soltar a sus cautivos; los segundos decidieron hace tiempo que las vidas de inocentes son fichas canjeables y sacrificables en aras de un objetivo superior que a estas alturas ya no queda nada claro. Colombia está en guerra y las guerras son así: los estados mayores efectúan sus cálculos trascendentes y les importa un rábano si en el camino se le destruye la vida a un pintor desempleado que soñaba con volver hotel una vieja residencia a orillas del Pacífico, a un muchacho de 19 años que acaba de ingresar a la carrera de Ingeniería de Sistemas, a un veterinario que recoge perrros sin dueño o a una joven pareja de científicos que, hasta donde se sabe, pasaba hasta hace ocho días por un momento razonablemente feliz.

Con una irresponsabilidad estremecedora, algunos medios informativos colombianos, como Canal Caracol y El Tiempo, se refirieron a Onshuus Niño como “extranjero” o como “noruego”, pese a que el matemático, si bien posee doble nacionalidad, es colombiano de nacimiento. Pero un europeo secuestrado no sólo vale más puntos que un nacional en el póquer de las FARC, sino que también permite vender mejor las noticias del día.


Hernando Martínez Rodríguez

En cuanto a Uribe, los acontecimientos recientes han confirmado que no les interesa la liberación de los rehenes de la guerrilla: lo ideal para el régimen es que se mueran, ya sea en un “operativo de rescate” o en manos de sus captores. De esa manera, calcula el presidente, crecerá el repudio a las FARC y prosperará el negocio principal de su gobierno, que es el Plan Colombia y la contrainsurgencia como política de Estado.

Autoridades e insurgencia se acusan mutuamente de mantener vínculos con el negocio de la droga. Es posible que el conflicto armado colombiano sea, entre otras cosas, una fase superior de los tradicionales enfrentamientos entre cárteles; narcoguerrilla contra narcopresidente. Ese cruce de acusaciones, en la circunstancia actual de las víctimas del conflicto –los secuestrados y de sus familiares, los desplazados por el conflicto, los colombianos que viven en la zozobra— es lo de menos: Colombia está en guerra y lo que da legitimidad a los protagonistas de las guerras, en tanto que fuerzas beligerantes, no es la pulcritud moral, sino el poder real sobre el terreno. Esa premisa es la base indispensable para iniciar, lo antes posible, una negociación de paz pertinente y necesaria que incluya, entre sus primeros objetivos, la libertad de todos los secuestrados. Esta reflexión le debe mucho a Pedro Poitevin, aunque él no la comparta, y se le agradece.

El matemático

17.1.08

Lo que no ocurrió

Ilustración en página interior de Sucesos

  • ... y lo que sí
  • Historias del futuro

En 1987 los humanos íbamos a vivir “hacinados, como ratas, en multifamiliares”, e íbamos a tener un problema mayúsculo originado por el abuso de la energía atómica: “El uranio usado que sale de las centrales viene ultra radioactivo. Una de esas barras de desecho mata a un hombre en veinte minutos y a treinta metros de distancia. ¿Qué hacer con ellas? Cuando, dentro de diez años, haya por lo menos entre cuarenta y cien centrales atómicas por país, ¿cuántas albercas llenas de uranio radioactivo habrá en el planeta? No queremos imaginarlo. Es terrorífico.” Así empieza un reportaje (es un decir) publicado en el número 2294 en la revista Sucesos para todos (gracias, Aralia), que dirigía en ese tiempo (1977) Gustavo Alatriste, y que costaba diez pesos. La perspectiva del hacinamiento habría podido parecer espantosa para una familia pequeñoburguesa de la época, por más que los pobres del mundo hayan vivido hacinados, en el campo y en las ciudades, a lo largo de toda la historia y hasta la fecha, un dato que no cabe en el imaginario clasemediero. Hacinados vivían los habitantes de los burgos medioevales; hacinados estaban la mayor parte de los vecinos de México-Tenochtitlan a la llegada de los españoles, y hacinados se encuentran hoy en día los campesinos en sus casas y los pobladores de Iztacalco, Queens, Clichy-sous-Bois o Jardim Elba, por no hablar de lo que ocurre en las cárceles y en la estación espacial internacional.

Los accidentes de Three Mille Island (1979) y de Chernobil (1986) hicieron política y socialmente inviable, durante dos décadas, el desarrollo de la energía nuclear. Lo que esos episodios pusieron de manifiesto no fue, en rigor, el carácter peligroso de la energía atómica en sí misma, sino los aberrantes errores de diseño de los generadores y, en el caso de Chernobil, la portentosa dimensión de la estupidez humana. Los indicios de calentamiento global han obligado a reconsiderar la generación de electricidad por fisión como una alternativa a las termoeléctricas, responsables de la emisión de una gran cantidad de gases que producen el efecto invernadero. Si se el diseña, supervisa y opera bien, y si se impide que unos monitos se pongan a jugar con los botones rojos, un reactor nuclear resulta mucha más limpio, en términos ecológicos, que las plantas que emplean combustibles fósiles.

La profecía continuaba: “Se tratará de encontrar energía diferente: buscando lagos subterráneos calientes, inyectando agua a los volcanes y, sobre todo, utilizando al Sol... Se tratará de utilizar al astro rey en forma de ‘energía verde’, es decir, la energía solar transformada por los vegetales”. Veinte años después de lo que decía el pronóstico, lo que se hace con las tales sopas subterráneas sigue siendo en gran medida experimental y actualmente la explotación de las energías solar y eólica aporta a California, una región avanzada en esas lides, el 12 por ciento de su consumo total, proporción que para el conjunto de Estados Unidos es apenas de un punto porcentual.

“En Estados Unidos, actualmente, se cultiva una variedad de árbol que da una savia al estilo del caucho, que se parece asombrosamente al petróleo bruto, y que se puede refinar, convertir en gasolina, etc.”, aseguraba la revista, pero no se ha vuelto a tener noticia de ese árbol milagroso. En cambio, hoy en día las transnacionales trabajan frenéticamente en la producción de etanol a partir del maíz.


Apocalípticos y hacinados:
los estragos de la cultura pop

Las ideas del futuro suelen ser acertadas, no necesariamente con respecto al futuro mismo, sino como reflejo de las obsesiones de las épocas en que se producen. “Si aún tenemos hogares en 1987, será con el Sol que los haremos funcionar”, dice el texto, y agrega, con un tono francamente apocalíptico, “si los bombardeos nos lo permiten”. Y sigue en esa tónica: “Americanos y soviéticos (ja, ja, ja) competirán por obtener una estación permanente en el espacio... Un grave problema político causará muchas víctimas: ¿Qué país tendrá los mejores sitios en la órbita terrestre? Y cuando hablamos de mejor sitio, entendemos el mejor lugar para bombardear con atómica cualquier parte del planeta. La gran lucha de mañana sucederá a 36 mil kilómetros de distancia sobre nuestras cabezas. Las guerras ya no serán por trozos de tierra, sino por áreas de espacio intangible. Antes de 1987, estados Unidos colocará en órbita una estación habitada que será el primer cuartel policiaco del espacio”. A mayor abundamiento, “dentro de diez años tendremos un autobús espacial. Saldremos de un aeropuerto, subiremos hasta la estratósfera planearemos para descender y aterrizaremos en cualquier otro aeropuerto. Millares de hombres poblarán el espacio. Desgraciadamente, serán casi todos militares”.

Ya en pleno delirio, el pronóstico desembocaba en el canibalismo (“dentro de muy pocos años el hombre deberá comerse a sus semejantes... siempre que la carne humana no esté infectada por las terribles armas bacteriológicas”), acaso por influencia de una película cuatro años anterior, Soylent Green (Cuando el destino nos alcance, le pusieron en español), en la que los difuntos eran reciclados en secreto para volverlos alimento de los vivos, todo ello con sobrecogedora música de fondo de Chaikovsky, Beethoven y Grieg. Curiosamente, el personaje Sol Roth, cuya muerte y posterior procesamiento permitían descubrir el origen de las nutricias hojuelas verdes, fue interpretado por el actor Edward G. Robinson, quien murió nueve días después de terminado el rodaje, pero su cadáver fue al cementerio y no a una fábrica de comida.

En algunos casos, la profecía de Sucesos no se lleva tan mal con el futuro: “Tendremos satélites que podrán fotografiar, con todos sus detalles, a un hombre en bicicleta o a un automóvil. Nadie escapará de ser vigilado. [...] Las máquinas electrónicas permitirán controlar a cualquier ciudadano. En pocos segundos se podrá saber quién es y dónde está cualquier sospechoso. Nadie podrá esconderse o complotar. Las oficinas policiacas del espacio estarán conectadas a enormes cerebros electrónicos. También será obligatorio conectar nuestros aparatos de televisión a esos cerebros. Por la pantalla del aparato podremos recibir mensajes personales, órdenes de las autoridades, etc. Estos televisores, gracias a las computadoras, darán respuesta a nuestros problemas. Bastará teclear una pregunta para obtener en segundos una solución escrita en la pantalla de nuestro televisor. El amo de la casa será la ‘caja idiota’”.

Lo anterior resultó falso en buena medida, pero no deja de ser inquietante su similitud con la actual hegemonía ideológica en los medios electrónicos (gracias por permitir que la audiencia comparta ad ovum su deplorable visión del mundo, señores Azcárraga, Salinas Pliego y compañía) y la semejanza entre esos televisores encendidos a perpetuidad y las actuales computadoras interconectadas por banda ancha, y en cuyos monitores se despliegan, hoy en día, correos electrónicos, resultados de nuestras búsquedas de información y también, y por desgracia, requerimientos fiscales.

El alarmismo del anónimo Nostradamus no llegó a tanto como para predecir el retorno, en México, de los estilos porfiristas de gobernar, acaso porque tal perspectiva resultaba inimaginable en 1977. Pero las tiendas de raya están de nuevo entre nosotros bajo la fórmula infalible de los créditos a 24 mensualidades, los “científicos” ahora se llaman tecnócratas, la administración pública está al servicio de los intereses de inversionistas extranjeros y el poder panista reprime a los mineros de Cananea, 102 años después de que en esa explotación histórica se encendiera una de las chispas de lo que fue el incendio nacional que se conoce como Revolución Mexicana.


Portada de la revista

14.1.08

Hace diez años...

“Impunidad política

En los medios de comunicación se ha desatado una campaña, probablemente alentada por el gobierno, que tiene como supuesta intención defender el velo de la autonomía del Banco de México y servir como argumento en contra de la exigencia del Partido Acción Nacional para que Guillermo Ortiz deje de desempeñarse en puestos clave de la administración pública y, concretamente, en su cargo actual como gobernador de dicho banco central.

El rasgamiento (sic) de vestiduras se ha registrado en muy diversos sectores: desde funcionarios que invocan tal autonomía a pesar de que nunca creyeron en ella, incluido el propio Ortiz, quien, por cierto, fue designado a la sombra y sin mediar consulta, apenas unas horas después de haber concluido el periodo ordinario de sesiones del Senado en 1997. Su nombramiento fue aprobado por una solitaria y priísta comisión permanente. La defensa la han encabezado desde periodistas y académicos reconocidos, hasta funcionarios y plumas dispuestas a justificar sus honorarios a través de razonamientos (sic) a modo del interesado y en abierta defensa de la impunidad política.

En la lista de defensores se encuentran algunos empresarios. Ninguno de ellos es capaz de tolerar la menor ineficiencia de alguno de sus mandos medios, de sus directores o gerentes. Esto es, si alguno de ellos recibiera una tarde la noticia de manos de su gerente de administración diciéndole: "sepa, señor Presidente, que la empresa por mi conducto ha perdido 60 millones de pesos, mismos que usted pagará en 10 cómodas anualidades", seguramente estos prominentes hombres de negocios asumirían la deuda, pero de ninguna manera permitirían que continuase en el cargo tan inepto administrador.

La suerte de muchos países se decide con la misma lógica. Esto es, si en cualquier nación algún funcionario se aparece con la novedad de que su destacado desempeño ha dejado al país en cuestión un boquete financiero por 65 mil millones de dólares, que representan varios años de sacrificio en términos de gasto educativo, de infraestructura, o de atención médica para la población, el siguiente paso para el susodicho servidor público es, cuando menos, la calle y en algunos casos, la cárcel.

En México no. Al contrario, aquí de lo que se trata es de que la sensatez esté del lado del aplauso y la veleidad a la ineficiencia pública y notoria. No sólo no se valora el daño (sic) ya causado al país, sino que se procura que se aplauda y reconozca su comportamiento como expresión del más elevado patriotismo.

En efecto, en cualquier país serio, como señala el senador Luis Felipe Bravo Mena, si un funcionario sale con la puntada de que las finanzas nacionales tienen un quebranto por 602 mil millones de pesos, no permanece en el puesto, ya sea debido a que por dignidad renuncie o a que se le corra por incompetente o por corrupto.

Aquí no. En México, a un funcionario que por sus resultados es evidente que fue incapaz (sic) de supervisar las tareas de la banca pública, se le premia. A otro, que fue torpe en la privatización de un sector clave de la economía, se le premia en lugar de castigarlo. A otro más, que fue un verdadero inepto como supervisor de la banca recién privatizada, se le trata mejor que a cualquier héroe nacional. Al que se equivoca palmariamente en la orientación del crédito interno que se inyecta en la economía a través de las instituciones financieras cuya supervisión está a su cargo, se le eleva a las alturas de la historia. Al que patrocina un multimillonario rescate, donde se pretende salvar a los accionistas de los bancos y, al mismo tiempo, el interés económico del país, pero termina por no salvar a ninguno de los dos, se le otorga el rango de héroe, en lugar de colocarlo en una de las páginas negras de la historia. Y si para colmo, como es el caso, una sola persona reúne los atributos mencionados, se le premia y se le eleva a responsabilidades mayores.

Pero, el nuevo héroe de las finanzas se suma a la campaña orquestada en su propia defensa aduciendo que se le pretende utilizar como chivo expiatorio. No debería él ser tan pretensioso (sic), su actuación no alcanza para tal calificativo. La devastación que en el ejercicio de su profesión ha infringido (sic) a la economía de este país, lo define, más bien, como un chivo en cristalería.

Sin embargo, para reconocer los errores propios, se requiere de un mínimo de sentido del honor y de responsabilidad. Con un poco de dignidad, ante el daño evidente que Guillermo Ortiz le causó a México con sus actos, por iniciativa propia ya se hubiera (sic) ido. Lamentablemente, parece ser que pedirles dignidad a funcionarios que han mandado al país a la quiebra, que han colocado a los mexicanos en la necesidad de sortear la bancarrota nacional, es como pedirle peras al olmo.”

Felipe Calderón Hinojosa

(Reforma, 10 de diciembre de 1998)


“Deshonestidad política (réplica)

¡¡Gracias Lic. Felipe Calderón Hinojosa!! El pasado jueves 10 de diciembre, el Presidente del Partido Acción Nacional publicó en Reforma un artículo extraordinario sobre la Impunidad Política en México. Quizás después de escuchar y leer tanto sobre esta cuestión nos hemos desensibilizado de la importancia social que tiene. El Lic. Calderón abordó con sencillez y contundencia tan delicado asunto, señalando que... “Si en cualquier nación algún funcionario se aparece con la novedad de que su destacado desempeño ha dejado al país en cuestión un boquete financiero por 65 millones de dólares, el siguiente paso para el susodicho servidor público es, cuando menos, la calle y en algunos casos, la cárcel. En México no.” Por primera vez, me dije, he aquí a un verdadero líder político que piensa con claridad y que no tiene una visión cortoplacista de los hechos... pero qué equivocado estaba, ese mismo personaje que el día 10 había hecho pronunciamientos tan importantes sobre la impunidad y la justicia, al día siguiente concertaba con el PRI-Gobierno el Fobaproa (Reforma 12 de diciembre). Como por obra milagrosa Guadalupana la posición panista de la creación de un Instituto de Protección al Ahorro que sustituyera al Fobaproa, pero que exigía la renuncia del Gobernador del Banco de México (acto de honestidad y congruencia política), se negociaba dejarla para después (como si no tuviéramos suficientes pendientes en este país).

Por esta muestra de deshonestidad política, gracias Lic. Calderón; si hasta ahora veía en Acción Nacional una posibilidad de alternancia confiable en el poder gubernamental, le aseguro que con su conducta me ayudó a decidir mi voto ciudadano para el 2000, que obviamente no será para su partido ni para el PRI.”

Hugo Ochoa Coria

(Reforma, 14 de diciembre de 1998)


Agosto de 2007 (colofón)



Pileta de piedra

Ilustración: Elena Brightorch

“Félix Bernabé Méndez Aké, de 90 años de edad, miope, enfermo y casi sordo, fue acusado por su sobrina política María Inés del Rosario Concha May de haberse robado una pileta de piedra para venderla en 900 pesos en el poblado rural de Muxupip, de donde ambos son originarios. por estar acusado de robo calificado, el nonagenario no tendría derecho a libertad bajo fianza”: entre seis meses y cinco años de cárcel, de acuerdo con el Código Penal de Yucatán. “Méndez Aké no recibe pensión ni es jubilado. Sobrevive de ‘trabajitos’ y hace unos meses enviudó. De sus hijos no sabe casi nada. ‘Lo único que quiero es regresar a mi pueblo para hacerle una misa a mi esposa’, asegura”. Eso dice la nota enviada por el corresponsal Luis A. Boffil Gómez en La Jornada, y no hay razones para no creerle, aunque no puede descartarse que el gobierno emita un boletín para afirmar que en realidad el anciano no será encarcelado sino internado en un hospital para curarle una gastritis no atendida, o bien un comunicado que elogie la mano firme y la vigencia sin cortapisas de la legalidad en todo el territorio nacional.

Poco ha cambiado, salvo por el crudo anacronismo, en la descripción de un país en el que se castigaba con prisión el robo de un pan y se premiaba el saqueo si éste se realizaba en dimensiones de un millón para arriba.

Hace casi diez años, el 12 de diciembre de 1998, en un recinto legislativo custodiado por la fuerza pública, 325 diputados panistas y priístas aprobaron una iniciativa presentada por el partido de los primeros para legalizar la transferencia, sin autorización del Congreso, de fondos públicos a los bancos privados por un total cercano a 600 mil millones de pesos. Sin argumentos y sin asomo de pudor, la mayoría cogobernante inventó e impuso el Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB) para cambiarle el envase a la inmundicia que se había desarrollado en el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa): autopréstamos que resultaban incobrables, empresas quebradas con afán de lucro, financiamientos perdidos para campañas políticas oficiales y –eso se sabría después— la siembra de formidables oportunidades de negocio para las generaciones jóvenes de oligarcas, que al amparo de las influencias familiares, en el gobierno siguiente, pudieron adquirir propiedades del IPAB a una centésima parte de su valor.

La legalización del saqueo fue operada en San Lázaro por Arturo Núñez, entonces priísta, y por panistas como Carlos Medina Plascencia y Fauzi Hamdan. Felipe Calderón Hinojosa, por aquel tiempo presidente de Acción Nacional, festinó la votación. Unos días más tarde mintió por escrito (“con la iniciativa del PAN, cuyas condiciones han sido finalmente aceptadas por el gobierno y por su partido, se desechó definitivamente la iniciativa del Ejecutivo que pretendía convertir a deuda pública los pasivos del Fobaproa” ) y dio una indicación precisa de lo que significa para él la promesa de mano firme cuando va dirigida a los poderosos: “Parte medular de la propuesta de Acción Nacional fue el decir ¡No a la impunidad! Dijimos y sostenemos que deben realizarse auditorías a fondo y castigarse a los culpables (...) Ello sin menoscabo de que seguirán adelante las demandas de juicio político en contra de los funcionarios que, con sus actos, llevaron al país a una virtual bancarrota”. Por supuesto, hasta la fecha ninguno de los culpables del astronónico saqueo ha recibido castigo alguno.

Tal vez sea cierta la acusación de María Inés del Rosario Concha May contra su tío. En todo caso, a Félix Bernabé Méndez Aké más le habría valido desfalcar un par de corporativos al amparo del Fobaproa. De esa forma habría resuelto sus problemas económicos y familiares y, con un poco de suerte, hasta lo habrían hecho funcionario público. Pero lo acusan de robarse una pileta de piedra que vale 900 pesos, y ahora irá a la cárcel. Quién le manda.


San Lázaro, 12 de diciembre de 1998: legalización del saqueo
(Fotos de Francisco Olvera y José Antonio López)

9.1.08

De puentes y otras cosas

Cirko de Mente

  • El Cirko de Mente
  • Muerte y resurrección de un bloguero
Un día recordaremos el 2007 recién ido como un año sombrío y espinoso, como recordamos, quienes ya no somos jóvenes, la cruda pesadilla delamadridista y el siniestro sueño del salinato, cuando los gusanos se volvían serpientes bajo un suelo sembrado de flores de plástico. En este 2008 la mafia empresarial y política y mediática y clerical que desgobierna lanzará nuevos embates para destruir al país, guiada por una lógica simple: los pedazos son más fáciles de vender que el todo. Los funcionarios trabajan a comisión y esperan lograr muchas ventas, los empresarios aspiran a realizar no pocas compras y los zopilotes transnacionales tienen la expectativa de una abundante cosecha de carroña (a veces, político, accionista y buitre encarnan en una misma persona, y eso simplifica los negocios). La mafia gobernante se impondrá en algunos casos y se verá frustrada en otros; todo depende de qué porciones de la sociedad colaboren con ella, cuáles se muestren apáticas, cuánta ciudadanía se movilice para defender la integridad del país –desde Pemex hasta las garantías individuales, pasando por lo que quieran— y qué grados de organización alcance. Miren: en doce meses, o en diez o veinte años, estaremos recordando con alivio este desbarajuste, a condición de que, incluso bajo un designio destructor que ya no necesita de las bombas, perseveremos en construir. Construir habitaciones, nuevos pisos y sótanos; construir hacia arriba, hacia abajo y a los lados; construir amistades, proyectos, medios, personas, redes y puentes, como escribía Ángela Figuera Aymerich en un poema que perdí y que no he vuelto a encontrar: “Lo estoy diciendo a gritos: Faltan puentes. / Lo principal de todo son los puentes. / (Colgantes, subterráneos, levadizos). / Hagamos puentes, puentes, puentes.”

Cirko de Mente


Durante la vacación decembrina asistí a una propuesta escénica que me sorprendió y me conmovió, y me propuse escribir algo sobre ella en cuanto retornara a fatigar el teclado. El Cirko de Mente (cirkodemente.com.mx) es una construcción magnífica y un puente entre muchas orillas culturales, una olla de presión de creatividad y buen sentido que suele tener su carpa en el estacionamiento del Museo Anahuacalli. Para quienes no lo conozcan: si quieren escenografías de sueño, sentido dramático, danza de la mejor, humor refinadísimo, vestuario que es la fantasía hecha carne, iluminación precisa y expresiva, gran actuación, expresión corporal que invita al viaje y maquillaje perfecto, además de destrezas propiamente circenses, no tienen que ir hasta Santa Fe a pagar dinerales para sentirse cosmopolitas empalagándose, por enésima ocasión, con el Cirque du Soleil, que a pesar de su grandeza, ha llegado a una masificación y a una industrialización tales que va que vuela –disculpen la herejía— a franquicia tipo McDonalds.

En el de Guadalupe-Reyes perdimos a otro puente fundamental: Gerardo María Aguilar Tagle, El Tlacuiloco, Wichily McCoy, roquero histórico (compositor y letrista de Mamá-Z y de Las Moscas de Metepec, por ejemplo), dibujante delicioso, bloguero dedicado y empeñoso, manifestante terco y amigo singular del que navega: no se conocieron casi nunca, o se vislumbraron apenas en una marcha o en un café, pero en la segunda mitad del año pasado se desarrolló entre ellos una amistad entrañable y buena por los senderos misteriosos del intercambio de posts y comentarios en sus respectivos blogs, el correo electrónico y unas cuantas conversaciones telefónicas.


Una viñeta del Tlac


El 25 de julio, Gerardo escribió en un post enigmático: “Fuera de circulación hasta nuevo aviso. Los dioses, enojados por mis oraciones blasfemas, me han dejado postrado y acompañado únicamente por demonios que se divierten estrujándome las entrañas”. Poco después nos enteramos que le había sido detectada una mala onda en el páncreas y que había sido sometido a cirugía. El 23 de agosto, desde su cama de hospital, hizo postear una viñeta suya para tranquilizarnos, y en los días siguientes dio a conocer al mundo unas fotos tremebundas de la ídem tajada que los galenos le habían practicado en la panza. El 23 de octubre festejó su cumpleaños número 52, siguió ofreciéndonos, vía blog, sus viñetas asombrosas, y todo indicaba que su recuperación iba lenta pero firme. El 11 de diciembre subió un último post: “Tengan para que se entretengan: tengo el doble de la edad que tú tenías cuando yo tenía la que ahora tienes. Cuando tengas la que ahora tengo, entre los dos sumaremos 63. ¿Que edades tenemos actualmente?” Diez días más tarde, el viernes 21, se murió.

Agustín, su gemelo precioso, anunció el 30 la resurrección del Tlacuiloco y el 1 de enero fundó La Iglesia del Buen Gerardo (Diversiones Ateas, S.A. de C.V.). Para festejar ambos acontecimientos, el próximo viernes 18 de enero, en Ruta 61 (Baja California 281, Col. Hipódromo Condesa, 5211-7602) se presentará el concierto “Yo soy la Mosca, la Verdad y la Vida” con Las Señoritas de Aviñón y Vieja Estación.


Gerardo María marcha en su advocación de Wichily McCoy

El programa Hoy por Hoy conducido por Carmen Aristegui, más que un puente, era un distribuidor vial, si no es que una red carretera, y en este comienzo de año nos amanecimos con la noticia de que se había ordenado su demolición. Creo que la W sigue haciendo algo que se llama igual, pero la diferencia entre el producto actual y el que dirigía Carmen es tanta como la que hay entre un ser vivo y un cadáver. Habida cuenta de la masiva preferencia del público por la comunicadora despedida, el pésimo negocio realizado por los dueños de la emisora sólo puede explicarse, a juicio de muchos, en función de un designio de censura y exclusión por parte del coágulo de logreros que detenta el poder político, económico y mediático en el país. Como expresión de solidaridad con Carmen Aristegui, alarmados por la intolerancia y la uniformidad que impera en el espectro radioeléctrico, y en protesta de radioescuchas puestos en la disyuntiva matutina de oír mierda o apagar el radio, El Fisgón y yo abrimos el blog La censura hoy por hoy, en donde quien lo desee puede adherirse a la carta de protesta publicada en este diario el pasado lunes 7 (ayer las firmas llegaron a su primer millar) e incorporar comentarios. Allá nos vemos y también, como siempre, aquí. Sigamos construyendo muchas cosas.

8.1.08

Tiempo de indecentes

Qué bien. Ahora es el momento en el que los dueños de W Radio se tiran en sus poltronas y paladean la indecencia que campea en el país y a la cual ellos hicieron una contribución muy jugosa: sin Carmen Aristegui en los micrófonos matutinos, la indecencia se inflará como la masa con levadura, como los parásitos que prosperan en la oscuridad, como la espumosa babosa de la impunidad que anida en numerosos rincones de la patria.

Ahora la suma de discursos oficiales fluye con suavidad y sin obstáculos por el cuadrante: el gobernador Mario Marín encabeza un programa contra la pederastia (Norberto Rivera también acaba de inventar el suyo), el campo mexicano está tan verde como un campo de golf, la inflación no existe, se está ganando la guerra contra el narcotráfico, Calderón es el presidente del empleo y su primer año de gobierno exhibe más logros que cualquier otro en la historia. Ah, y Ernestina Ascensión Rosario murió de una gastritis no atendida.

Si las mentiras elaboradas por las oficinas de prensa del país oficial son muy tontas como para aspirar al calificativo de orwellianas, la campaña de silencio emprendida por la mafia gobernante resulta demasiado pueril como para equipararse al macartismo. Éste llegó a ser irresistible porque poseía un relato del mundo, así fuera maniqueo, y un enemigo real, por más que la mayoría de sus tentáculos fuesen inventados. El hostigamiento calderonista, en cambio, no se atreve a mencionar el nombre de los adversarios del régimen, que son las fuerzas sociales y los individuos que propugnan un país equitativo, soberano, libre y regido por la legalidad.

Esta debilidad no siempre es obstáculo para clausurar espacios de información independiente y lúcida. Hace muchos años que la censura no pasa por las oficinas públicas sino que se decreta en los consejos de administración que controlan a los medios electrónicos: en ellos, no se requiere de más trámite para censurar que calificar de malos negocios a las voces independientes, los pensamientos críticos y los ejercicios periodísticos honestos. Aunque, con el despido de Carmen Aristegui, W Radio haya perdido a la gran mayoría de sus radioescuchas en el horario matutino.

Negocios son negocios, mi estimado, y los mercados mexicanos del petróleo, de la electricidad, del agua potable, de las telecomunicaciones, justifican el sacrificio de una audiencia, y no se diga de la libertad de expresión de una informadora metiche o del derecho a la información de unos indios insumisos. Los consorcios peninsulares pueden permitirse en su propio país el discurso de la democracia, el decoro informativo y los derechos humanos, pero para ellos México no es una sociedad sino, ante todo, un mercado a conquistar, y para ello hay que tejer las alianzas con los saqueadores en turno.

Es extraoficial: el proceso sucesorio ha concluido y los Zavalas han reemplazado a los Sahagunes en el manejo de los contratos. Uno de los primeros, Juan Ignacio, antiguo fabulador de la Procuraduría General de la República –¿o no fue en sus tiempos de vocero de esa dependencia que se pretendió tomar el pelo a la gente con la historia de La Paca?—, funge ahora como delegado de los intereses de Grupo Prisa, copropietario, con Televisa, de W Radio.

No debe perderse de vista que tras las mentiras mediocres, la censura mediocre y la represión mediocre, hay la apuesta estratégica de acabar con lo que queda de propiedad pública, de derechos laborales, de soberanía, de libertades ciudadanas, de garantías individuales. En lo corporativo y en lo institucional vivimos el tiempo de la indecencia.

Y, a propósito de indecencia, señores magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Salvador Aguirre Anguiano, Mariano Azuela Güitrón, Margarita Luna Ramos, Guillermo Ortiz Mayagoitia, Olga Sánchez Cordero y Sergio Valls Hernández: por favor sean piadosos con ustedes mismos, tengan un mínimo de consideración con la ciudadanía, ahórrenle más náuseas, renuncien a sus cargos y gánense el olvido.

4.1.08

La censura

Hoy por hoy, he abierto un nuevo blog para solidarizarme con Carmen Aristegui, cuyo espacio radiofónico fue censurado por los intereses mafiosos del calderonismo, Televisa, Grupo Prisa, el góber precioso, los militares violadores de la anciana que murió "de una gastritis no atendida", Perverto Rivera Carrera, etc.:

La censura, Hoy por Hoy

2.1.08

El retorno

Despertaos, despertaos, durmientes, que la aurora
arrojó ya la piedra al piélago nocturno
ahuyentando a los astros, y el Cazador de Sombras
prendió en un haz de luz la torre del silencio.