6.5.08

Las aficiones de Emilio



Emilio, diligente y laborioso,
no duerme, no descansa, no se airea:
está tan dedicado a su tarea
que no encuentra un momento de reposo.
¿Y cuál es la razón tan extenuante
que le agobia la vida al gobernante?

Dejemos el misterio: pues ocurre
que se ocupa de lunes a domingo
y los días feriados, sin distingo,
en chingar a su madre. No se aburre,
y en semejante ocupación porfía
de sol a sol, y suda todo el día.

No tiene quién le ayude, ni suplencia,
y al tomarse el trabajo tan a pecho,
ahora el pobre Emilio está deshecho,
exhibe claros signos de demencia
y lleva su pasión por el incesto
al manejo oficial del presupuesto.

Tras muchos años de ese esfuerzo diario,
González Márquez, cínico y cristero,
dio por tomar montones de dinero,
sacado, por supuesto, del erario
y sin control alguno por el fisco,
se lo regala al clero de Jalisco.

El chingador de madre mete bulla
a quienes le critican la indecencia,
se encabrita, le gana la impaciencia
y les dice que chinguen a la suya.
Él cree que es consejo y que es regalo,
pues no mira en tal acto nada malo.

Al contrario: de copas ahogado,
demanda absolución a su conciencia:
“¿Es verdad, pinche Juan... digo... Eminencia,
que chingar a mi madre no es pecado?
Oiga usted, cardenal... oiga, compadre...
pues vamos a chingar a nuestra madre.”

El clérigo se calla y no contesta
la amable invitación; más bien prefiere
guardar bajo perfil, y no interfiere
con el buen desarrollo de la fiesta,
pero eso sí: veloz, mete la lana
en un pliegue interior de la sotana.

Ya noventa millones se ha gastado
Emilio –pues no es suya la chequera—
haciendo una básilica cristera
en memoria perpetua de un puñado
de líderes armados santurrones
que fueron, más que santos, muy cabrones.

Viendo al gobernador tan engreído,
el pueblo, con respeto, le propone:
“Si su progenitora no se opone,
chínguela usted a fondo y más seguido;
chínguela con fervor, chínguela a diario
mientras recita el Credo y el Rosario.”

“No sea barbaján: bríndele flores
en la sala de casa, previo ensayo,
llévesela al motel el 10 de mayo
para dar libre curso a sus amores
y, con un juguetón doble sentido,
dígale ‘mamacita’ en el oído.”

“Intenten, don Emilio, posiciones,
que darle gusto al cuerpo no es delito:
prueben de misionero y ‘de perrito’,
ensayen con juguetes y condones
y, aunque su confesor no se lo apruebe,
deléitense con un sesenta y nueve.

Señor gobernador: saque la casta;
impóngase con fuerza a sus rivales,
exhiba sus instintos animales,
reclame posesión de su Yocasta
y dígale a su padre: ‘¡Oiga, culero,
bájese de ái, que yo la vi primero!’

“Ya que se encuentra usted entusiasmado,
chínguela con prestancia y energía,
mañana tras mañana, noche y día,
que es asunto entre ustedes, y privado;
sígala usted chingando con esmero
pero ya no nos chingue más dinero.”



2 comentarios:

maría de lourdes aguirre beltrán dijo...

Pedro Miguel:

Que chingonsísima versada.
No me aguanté el comentario endecasílabo.

Pero ya no nos chingues mas dinero;
pues al pueblo comer, le hace mas falta.
Eso tú no lo sabes desde la alta
cumbre de donde solo ves al clero.
Si quieres un lugar en los altares
de tu bolsa saca pesos a millares.
La caravana con sombrero ajeno;
que sazonas con con ríspidas mentadas
destacan en las filas persignadas
del espurio gobierno que nos rige.

Un abrazo

maría de lourdes aguirre beltrán dijo...

Fe de erratas;
Quedó moco y gacho, a ver si salió mejor:

Pero ya no nos chingues mas dinero;
pues al pueblo comer, le hace mas falta.
Eso tú no lo sabes desde la alta
cumbre de donde solo ves al clero.
Si quieres un lugar en los altares
de tu bolsa saca pesos a millares.
La caravana con sombrero ajeno;
que sazonas con con ríspidas mentadas
destacan en las filas persignadas
del espurio mandato con que peno
Espero que tu etílico gobierno
termine allá en las puertas del averno.